Año Jubilar Lebaniego

El Año Jubilar Lebaniego

 

La posibilidad de obtener la ‘indulgencia plenaria’ hasta abril de 2018 nos brinda la oportunidad de conocer todas las rutas desde Castilla y León hasta Liébana. También de conocer los lazos entre la comunidad y esta comarca cántabra

Podemos ganar el Jubileo, o ‘gracia jubilar’ en Liébana (Cantabria) hasta el día 22 de abril de 2018. El último Año Santo Jubilar Lebaniego tuvo lugar en 2006 y está contabilizado en los anales eclesiásticos como el septuagésimo segundo. En 2017 celebramos el número 73.

El Monasterio de Santo Toribio de Liébana ha sido testigo de grandes historias, pero no fue hasta 1512, cuando el Papa Julio II concedió el privilegio de celebrar, en Liébana, un año Jubilar. En 2017, dicha celebración debería ser el 16 de abril, pero como es domingo, la fecha se retrasa una semana, hasta el día 23 de abril.

 

Una gracia con condiciones

Si en algún momento los peregrinos hacemos el Camino es importante saber que en todo Año Jubilar hay unas condiciones para obtener la ‘gracia jubilar’, o lo que se conoce como la indulgencia plenaria, el perdón de todos los pecados que el Papa de Roma concede a los católicos en ocasiones especiales. Estas condiciones son las siguientes:

1º- Se pide rezar: el Padrenuestro (como signo de que volvemos al Padre Dios), el Credo (como renovación de nuestra fe) y una oración por el Papa (Padrenuestro, Salve, Avemaría).

2º- Confesarse: confesión y comunión en el mismo día o en una fecha próxima (15 días antes o después de la peregrinación).

3º- Asistir a la Misa del peregrino: eucaristía que tiene lugar todos los días a las 12,00 horas en el Monasterio de Santo Toribio, durante todo el Año Jubilar Lebaniego.

Peregrinaje a Liébana
El término peregrino (del latín ‘peregrīnus’) se refiere en su significado más clásico al viajero que, por devoción o por voto, visita un santuario o algún lugar considerado sagrado.

Hay reglas no escritas que casi nadie pone en duda, como que dos personas juntas son una multitud y que en el camino “siempre encuentras algo”. Solo hace falta tener la mente abierta. Se puede realizar por varios medios, como bicicleta, caballo etc., pero el realizar el recorrido a pie se considera como el medio más apropiado. Desde Castilla y León podemos acercarnos a Liébana por varias rutas.

 

Os espera un menú

En septiembre de 1879 Pérez Galdós visita, en compañía del novelista José María de Pereda y de Andrés Crespo, Liébana y escribe: “Proceden de este singularísimo pueblo grandes viñedos en laderas no muy frondosas, sus olivares dan aceitunas como judías y sus garbanzos, menudos como perdigones, son sabrosísimos sobre toda ponderación”.

Quizás antes de ingerir algo sólido tras el camino nos reconfortemos con alguno de sus vinos, generalmente elaborados con la uva mencía, tan frecuente en la vecina provincia de león.

Liébana ha sido la región de Cantabria donde a lo largo del tiempo ha persistido en el cultivo de la vid, con una caída y un resurgimiento actual evidente. En el siglo XIX, con la demanda más terreno para pastos y cultivos y las plagas de oídio y mildiu, junto a la filoxera ya en pleno siglo XX, acabaron prácticamente con la tradición vitivinícola de Cantabria. En 1975 el Ministerio de Cultura concluyó que los viñedos que aún perduraban en Cantabria se localizaban en Liébana, en no más de 184 hectáreas en plantaciones pequeñas de mencía, palomino, tinto Madrid y garnacha.

No podemos perdernos un cocido lebaniego, que a diferencia del típico cocido del resto de Cantabria o cocido montañés, cuya base es la alubia, se sustenta en el garbanzo. Con unos garbanzos cultivados en la zona, de pequeño tamaño, denominados lebaniegos, pero que a mí me recuerdan a los leoneses denominados Pico Pardal, aunque quizá algo más pequeños.

Servido en un principio con la sopa de fideos y posteriormente con las carnes, la berza y el relleno. El plato es contundente y recordemos que debemos ser austeros, como se espera de un peregrino; por tanto nos pasaremos directamente al postre.

De postre propongo unos frisuelos, elaborados con harina, leche y huevos, que también son típicos en León. Como opción de postre podéis disfrutar de unos canónigos, una especie de natillas que se tapan con soufflé de clara de huevo horneado.
Si la austeridad y el espíritu peregrino no os acompañan, podéis desafiar a vuestro cuerpo añadiendo al menú los quesos de la zona, sus embutidos etc. Pero no olvidéis cerrar vuestras comidas con un té del puerto acompañado de unas gotas de orujo de la zona.

Y recordad esta frase, que alguien escribió:

“La forma de corregir el pecado es andar siempre hacia delante, adaptándonos a nuevas situaciones y recibiendo, a cambio, las bendiciones que la vida da con tanta generosidad a los que se las piden”.

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