Ubicación: Rúa do Progreso, 12
Sober (Lugo)
España
Código Postal: 27640
Teléfono: 982257816
Horario: Cierra domingos noche y lunes
Menciones:
Tipo de cocina: Actualizada y Gallega
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Web: https://www.berso.es/
Precio estimado: 50,00€
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En Sober, un pueblo de Lugo sin mucho encanto en sí mismo, pero en plena Ribeira Sacra (es la capital oficiosa de para mí la mejor subzona de esta D.O., Amandi). Además, es como una de las puertas naturales de acceso a los espectaculares cañones del Sil.
Tiene muy pocos restaurantes y a mi gusto sin duda el mejor es Berso. Le disputa la posición Doña Branca, el restaurante del lujoso hotel Pazo de Sober, pero es otro rollo. Berso es divertido, actual, cool, y todo ello sin perder sus marcadas raíces gallegas. “Tradicionalmente moderno”, es su slogan, acertado.
Ocupa una llamativa casona del pueblo, con la fachada recién pintada, y un interior moderno y desahogado, con una sala muy bien puesta, todo madera y blanco. Cuenta también con una terraza cubierta, con barra y suelo de gres rústico, y otra terraza descubierta, con suelo de gruesa grava. Es esta última nos acomodamos las dos noches que fuimos, se estaba de miedo en estas veladas agosteñas, una de ellas nos tuvimos incluso que poner el jersey, qué gusto.
La carta es más bien corta, tiene unos 15 platos, sin diferenciar entre primeros y segundos, a los que luego añaden 4 o 5 sugerencias del día, con algún pescado interesante siempre.
La primera de las dos noches, por poner una como ejemplo, tomamos, para compartir entre dos:
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Zamburiñas a la plancha con ajo y perejil
Gambones al ajillo al godello de la Ribeira Sacra
Pulpo a la parrilla con cachelos de la zona salteados con pimentón y salsa romesco
Tournedó de bonito del norte con tomate de la huerta
Variado de quesos gallegos con AOVE de Quiroga
Drácula (frambuesa, Pepsi, helado de vainilla y hierbabuena)
Flan líquido de castañas con chantilly de crema de orujo
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Pues eso, como decíamos antes, cocina “tradicionalmente moderna”, de base gallega con toques de actualidad. Los platos tuvieron desigual fortuna, aunque generalmente con buen resultado.
Las zamburiñas estaban ricas, pero ni de lejos eran zamburiñas, de hecho no eran ni volandeiras, eran vieiras del Pacífico (mucho más baratas, menos sabrosas, vienen congeladas… esta trampilla es muy muy habitual); los gambones al ajillo, que tampoco eran el summun de calidad, estaban cocinados de morirse de ricos, los disfrutamos como bellacos, qué delicia, oye, eran como unas gambas al ajillo de toda la vida, pero con la voluptuosa mordida del gambón y la gracia del godellito; el pulpo a la parrilla, más que aceptable, los cachelos sin embargo no nos emocionaron; el tournedó de bonito del norte, espectacular, con el punto que a mí me gusta, con el corazón rojo, y sápido, sápido; el variado de quesos gallegos, de morirse, buenos y bien conservados y secuenciados; el postre “Drácula” me pareció muy gracioso, era mi helado favorito de crío; y el flan líquido, original y delicioso, qué puntazo las castañas y el orujo. Al día siguiente pedimos sargo como sugerencia del día, y no estaba como esperábamos, no tenía la frescura requerida.
Tema vinos, bien, buena carta centrada en la zona, como debe ser oigan, estamos en la Ribeira Sacra, en pleno Amandi por más señas. Tendrían más de 25 referencias de la mencionada subzona.
El servicio, majísimo, sobre todo Fidel, vaya crack el tipo, de Carril nada menos, y Reina, una venezolana encantadora.
Entre el buen rollo que desprendía el personal de sala, lo agradable que es el restaurante, y las noches tan benévolas que nos tocaron en suerte, la atmósfera resultó embriagadora.
Si vuelvo por ahí, que volveré, porque lo de los cañones del Sil es inenarrable, visitaremos de nuevo Berso.
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