El comfort food y los cocidos

Ciertos alimentos, dependiendo de su composición y que son precursores de la síntesis de tales hormonas, tienen diferentes efectos en la forma en que pensamos y sentimos. Así la serotonina es la hormona del buen humor, la dopamina la hormona motivadora, la leptina hormona de “no tengo hambre” y las hormonas adrenales son las del estrés.

Al hilo de nuestras hormonas y su influencia en nuestra actitud ante ciertos productos o preparaciones culinarias, os voy a recordar que en Estados Unidos en el año 1996, ya se publicó un artículo con el concepto de “Comfort Food”, en el que se afirmaba que ciertas comidas eran reconfortantes cuando se asociaba a los sentimientos que despertaban en quienes las tomaban. Podemos traducir tal definición a nuestra lengua como: “Comida Confortable”.

Atendiendo a los alimentos y a los sentimientos que despiertan, se pueden catalogar a los alimentos en cuatro tipos: los de tipo nostálgico, los que generan placer, los llamados alimentos de conveniencia y los de confort físico. Existe una relación directa entre la comida que elegimos y nuestro estado de ánimo, con el fin de corregir el mismo. Así, por ejemplo, cuando pondera el estrés y aumentar el cortisol, generalmente aumentamos el consumo de alimentos de los de tipo placer o conveniencia.

Os preguntaréis el motivo de mi planteamiento de hoy, pues la causa es que ya comenzaron la Ruta de los Pucheros, así como las I Jornadas Gastronómicas del Saja-Nansa y que el próximo día 27 de este febrero es el día Mundial del Cocido. Comentaros que las recetas con platos de cuchara, en nuestra cultura, están asociados a los tipos de alimentos de nostalgia y a los de placer o protección.

Cumplen con el requisito de que al volver a degustar esos platos nos recuerdan a comidas familiares, con recetas de nuestros antepasados, elaborados con productos de calidad y que nos ofrecen sabores que no encontramos en otros lugares, en suma, nos hacen sentirnos como en casa, tratándose, como norma general, de elaboraciones sencillas, generalmente calóricas y que reivindican el placer de comer abundante y bien.

La carga sentimental es muy importante, genera sensaciones nostálgicas en la boca y nos conecta con algún recuerdo, logrando reconfortar e incluso aliviar el alma. No debemos olvidar que la palabra nostalgia, que viene del griego clásico “nostos”, significa regreso al hogar.

No sólo los platos de cuchara tienen efecto de este tipo, podemos incluir otro tipo de preparaciones dentro de nuestra cultura, como pueden ser: las castañas asadas, el chocolate, el cordero asado, jamón serrano, los torreznos, y si hablamos o pensamos en dulces, nuestros típicos sobaos.

Pero dejando aparte el componente emocional, os debo de recalcar, que cuando tenemos un déficit de serotonina, la hormona del buen humor, el efecto de los garbanzos es muy importante dado que es rico en triptófano, precursor de la serotonina y así os lo he publicado en alguna ocasión. También las legumbres se aconsejan cuando tenemos necesidad de aumentar nuestros niveles de leptina y cuando nuestras cifras de hormonas adrenales se encuentran aumentadas, lo cual es tan frecuente en nuestra vida actual debido al estrés, las verduras de hoja verde tienen un papel fundamental, y ahí tenemos las berzas y los repollos.

Aprovechad estas jornadas ante la posibilidad de disfrutar estos platos de cuchara, y al mismo tiempo podéis comentar que estáis haciendo “dieta emocional”. Y no estará mal recordar lo que nos dijo Hipócrates: “Nuestra comida debería ser nuestra medicina y nuestra medicina debería ser nuestra comida”.

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