Ubicación: C/ Víctor Chávarri (Gran Bulevar El Vasco)
Oviedo (Asturias)
España
Código Postal: 33001
Teléfono: 985205252
Horario: Abierto todos los días de la semana
Menciones:
Tipo de cocina: Asturiana
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Web: https://tierra-astur.com/
Precio estimado: 30,00€
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No es el perfil de establecimiento que suelo colgar en Gaudaru, pero voy a hacer una excepción por tratarse de un singular modelo de éxito empresarial y porque realmente resultó una experiencia divertida.
Al iniciar el Gastrocamino 22 nos topamos con un Tierra Astur en Avilés, y nos llamó mucho la atención el concepto, la inversión, el tamaño, su tipismo, lo llamativo del diseño, la atmósfera, el ambiente… Como yo tenía programado visitar uno de ellos el último día, lo dejamos pasar.
Llegó el día, en Oviedo, y tras tomar unos vinos por la animadísima zona de Gaona y posteriormente en el espectacular Nastura (by Nacho Manzano), rematamos la faena terminando de comer sentados en un Tierra Astur que estaba por ahí cerca.
Digo “uno que había por ahí cerca” porque esta cadena tiene ya ni más ni menos que 7 locales (1 en Avilés, 2 en Gijón, y 4 en Oviedo), y todos ellos, al parecer, colosales, con sus diferencias, pero colosales.
El que nos ocupa se encuentra, al igual que Nastura, en “El Vasco”, un boulevard gastronómico que está pegadito a Gaona, vaya concentración hostelera en tan pocos metros la que provoca la confluencia de Gaona y El Vasco, tremendo documento. Nos acomodaron en una terraza cubierta que tienen con mesas corridas con logradas separaciones a base de listones de madera suspendidos, me gustó mucho.
Un espectáculo, enorme, lleno de gente de todas las edades y extracciones, ambientazo… es como comer en un restaurante temático de un gran Parque de atracciones tipo PortAventura. ¿Y temático de qué? Pues de las sidrerías.
Sí, porque Tierra Astur es una evolución del concepto de sidrería tradicional, con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva, con un despliegue de medios impresionante, y con la inclusión de una gran zona, integrada en el restaurante, de tienda de productos asturianos.
La ambientación está muy lograda, con un gran trabajo de interiorismo, con decorados de madera natural, botellas verdes de sidra, iluminación (curiosamente) intimista… y muuucha gente, quéee de gente, y todos a saco, alegría, alegría, ¡puxa Asturies! Buscan tanto el rollo asturianote, que, según nos contaron fuentes fidedignas, tiran serrín por el suelo esté o no mojado, para decorar y dar la impresión buscada… y lo logran.
La oferta gastronómica es inabarcable, asturiana a tope, claro, con guisos (fabadas, cocidos, calderetas), sartenes, pescados, carnes (a la parrilla de carbón, se encargan de resaltarlo mucho), quesos de la tierrina, embutidos (destacando el chosco), infinidad de tipos de tortos y, cómo no, infinidad de tipos de cachopos.
Muy graciosa la carta, acorde con lo fastuoso del local, a modo de revista, gigante, del tamaño de una gaceta de esas antiguas, y con fotos de los tropecientos mil platos a todo color.
Tomamos:
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• Tortinos con revuelto de cebolla confitada y queso DOP Afuega’l Pitu Rojo
• Cachopo Alimentos del Paraíso (Ternera asturiana ecológica IGP, Chosco de Tineo IGP y Queso La Peral)
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Los tortinos un poco sosotes, les faltaba chispa, además no se parecían en nada a los de la foto, mucho más cumpliditos de relleno que la realidad; sin embargo el cachopo era lo contrario, estaba desbocado de potencia e intensidad, no estaba malo, en absoluto, a mí me gustó, pero la combinación del chosco y el queso azul era demoledora (culpa nuestra, pues sabíamos lo que pedíamos, estaba perfectamente detallado en la foto, en este caso sí se parecía más a la realidad). Raciones, no podía ser de otro modo, muuuy generosas, y desbordantes de patatas y tal.
La carta de vinos es variada, con unas cuantas referencias asturianas además de otras zonas, sidras de varios tipos, cervezas asturianas, orujos, licores, destilados… lo que quieras.
El servicio es, cómo decirlo, atropellado, majos en general, pero atropellado y carente de coordinación. Los ves a los pobres, o corriendo como locos, o escanciando sidra sin parar, no hay otra.
La tienda estaba muy bien nutrida, cargamos bastantes cositas, y ojo, había de todo, tanto de productos como de calidad, desde lo más habitual y estándar, hasta lujos como las conservas de Güeyu Mar.
Pues termino como comenzaba: no es mi perfil de restaurante y no creo que repitiera, pero oye, la experiencia me gustó vivirla.
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Es gastronomía y ha de ser contada.
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