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Local de apertura relativamente reciente del que me habían hablado unos amigos de Xàbia y que despertó rápidamente ese gusanillo que tenemos quienes gustamos de descubrir nuevos sitios donde comer diferente y bien. – Se come muy bien, te tratan mejor, pero ármate de paciencia y no vayas con prisa – me dijeron. Lo escogimos una noche que no teníamos prisa alguna, pues, y en la que apetecía sentarse y hablar largo y tendido. Más adelante hablaré de cómo resultó la cosa.
El local está “en zona de nadie” y carece de gracia alguna. Me explico. Respecto a la ubicación está apartado de los tres grandes núcleos de ocio con los que cuenta la turística población de Xàbia: la playa del arenal, la zona del puerto o Aduanas del mar y la zona del casco antiguo o centro de la ciudad. Se trata de un local para uso comercial situado en un bajo de una zona de Xàbia en la que predominan las fincas de pisos. Las dimensiones son considerables, el techo de escayola desmontable pero colocado a gran altura, las ventanas sin ninguna gracia… Bonito, lo que se dice bonito, no lo es en absoluto. Se han pintado algunos murales decorativos con alusiones a los estereotipos mexicanos en sus paredes y se han colgado algunos motivos de aquella cultura, pero queda mucho por hacer.
La carta es corta, muy corta, con apenas siete u ocho propuestas, pero que todas nos resultan apetecibles. Esa noche tomamos:
Nachos: Ricas la tortitas de maíz acompañadas de una salsa de queso, otra con los frijoles como ingrediente principal y jalapeños encurtidos. Nos sorprende que no se acompañen del popularísimo guacamole, pero, en cierto modo, agradecemos la originalidad. Ración muy generosa y saciante.
Ceviche acapulqueño: Muy diferente al que acostumbramos a tomar. La principal diferencia radica en el uso del jitomate que se presenta en dados y que aporta un toque dulzón al conjunto. Muy rico y, de nuevo, tamaño XL del plato.
Tacos de langostinos y tacos de bistec: Impresionantes. Se hace difícil degustarlos por la cantidad ingente de condumio que se coloca sobre las tortitas. Nos encantan uno y otro por la salsa que se ha usado en ambos casos y por la calidad de la torta de maíz.
Para beber tomamos cervezas (disponen de Corona, Sol, Ambar 2X…), unas margaritas y un chupito de tequila.
El servicio, como nos anunciaron, muy lento. El restaurante estaba lleno, cierto, pero tampoco hay tantas mesas en él. Seríamos, a lo sumo, unos veinte comensales y todo indica que llegamos escalonadamente. Es inexcusable que el primer plato (los nachos) saliese una hora y quince minutos después de tomar asiento. Después tampoco salieron los demás inmediatamente, pero el tiempo de espera fue menor. En total: dos horas y cuarto para tomar cuatro cosas. Se precisa más personal en cocina, un trabajo mayor en la mise en place o organizarse mejor con la gente que son.
En definitiva, comida auténticamente mexicana, muy alejada el popular tex-mex que actúa como verdadero y único leitmotiv para visitar el lugar. El trato fue impecable, eso sí, pero aconsejo encarecidamente que agilicen el servicio de los platos o, de lo contrario y muy a mi pesar, se verán abocados al fracaso. Puede que en México les parezca más normal, pero los españoles nos hemos europeizado tanto que ya no soportamos esas esperas tan largas. ¡Ánimo y a mejorar! La cocina ya la tienen y lo del local “feo” es perfectamente “perdonable”.
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No mames wei, ahoritita mismo salen los nachos!
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