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Poesía es la añoranza de lo que se tiene.
Bares. Pensaba en esto hace unos días, cuando hacía tiempo para entrar en el cine (sí, yo sigo yendo al cine en lugar de apoltronarme en el sofá a calzarme 20 episodios seguidos de Nezflis o Armazón). Paseaba por una calle por la que lo hacía regularmente en mi juventud; ya casi olvidada. ¡Cuánto ha cambiado! Aceras más anchas (¡nunca te lo perdonaré Carmena!), mejor iluminada y con una proliferación de locales extraordinaria. Los hay para todos los gustos. Cocina de un montón de sitios distintos. Si me apuras creo que en alguno de ellos, en sí mismo, aglutinaba la cocina de todos en su carta. ¡Menuda diáspora Nicomedes!
Pensaba en ello, mientras buscaba el pequeño café donde hacía tiempo en mi mocedad tomando un cortado para templar el tiempo con ella. Ella con su catenaccio y yo con mi 4-4-2.En fin, que pensaba yo en todo esto… y… un momento. ¿No queda ningún bar tradicional? ¿¿ Ninguno ?? Esto, me temo, es el pan vuestro de cada día en cada ciudad. Quizá no tanto, y afortunadamente, en cada pueblo.
No seré yo quien se queje de lo que para mi es una feliz invasión de otras culturas que vienen de otros lugares. Ríen, lloran y viven aquí. Para mi son de aquí tanto como lo soy yo. Mi ciudad es su ciudad y feliz de ello. No obstante miro con pesadumbre como van desapareciendo los bares clásicos.
Recordaba, entonces la cruel invasión del plato cuadrado: https://www.youtube.com/watch?v=6syFNP5pUHE
Pensaba en todo esto y me tropecé con algunos frontales de bares que siento, ahora, en peligro de extinción: https://verne.elpais.com/verne/2019/01/16/articulo/1547625707_427559.html
Panta rei.
Saludos,
Jose
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Este debate fue modificado hace 5 años, 10 meses por
Jose.
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Este debate fue modificado hace 5 años, 10 meses por
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Qué razón tienes Jose y qué bonito lo has expuesto.
Pocos quedan, pocos, aunque aún resisten algunos.
En Zaragoza, no sé si es una tónica nacional, muchos de los bares tradicionales lo siguen siendo… pero cada vez más en manos de chinos (*). Que los tipos oye, tienen su mérito, intentan conservar, e intentan reproducir aquellas tapas o platos que fueron el estandarte del negocio traspasado. Con mayor o menor éxito.
(*) Que nadie vea aquí un matiz racista, no hablo más que de pérdida de identidad culinaria, no de si una raza es superior o inferior a otra. Distintas.
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Volver a los lugares en los que se ha vivido tras una larga ausencia, tanto más si se ha crecido en ellos, es una experiencia singular, agridulce. Se mezclan los cambios de las presencias con la añoranza de las ausencias. Y, a veces, no sabes qué es mejor. Me pasó hace algunos años con mi barrio de siempre, Prosperidad, que, por cierto, conserva su fisonomía tabernaria bastante bien.
Pero hace poco recordé otra variante en vías de extinción, por razones parecidas, con otras variantes: las casas de comidas, las de toda la vida. Se han ido apagando conforme cambiaban nuestras costumbres hasta extinguirse, en unos casos, o transmutarse en restaurantes al uso en otros.
Por cierto, había visto el artículo de el País, pero no conocía el corto. Me ha gustado.
Saludos,
Javier
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¡Qué bonito!
Pues sí, no has podido expresarlo mejor, la verdad, (y sin esta coma también) es es una lástima. Las gastrotabernas desplazan a las tabernas, las tapas de autor a los calamares y las bravas se rediseñan en cada esquina, pero no encontramos el bar de toda la vida donde, más allá de los que hacían barra fija y las máquinas tragaperras, existía una gastronomía nada desdeñable.
Cuesta mucho encontrar un lugar donde comer las tapas de toda la vida, por eso nació la idea de las TTTs, aquellas tascas, tabernas y tugurios que aún existen y donde merece la pena acudir y donde aún se puede hablar con la persona encargada de la barra.
P.D: He tenido que buscar qué era eso del catenaccio, pero claro, a un ignorante del fútbol esto le suele pasar (incluso que pensaba que ibas armado con eso del 4-4-2).
Saludos
Dani
La vida es tan aburrida sin picante.
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Cierto, cada vez es más difícil encontrar un bar castizo.
Vivo en Alcoy (unos sesenta mil habitantes no llega) y pocos bares puedes encontrar ya que te sirvan lo de toda la vida, evidentemente con criterios de calidad y autenticidad.Publico en www.vinowine.es
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¿Y por qué desaparecen?
Sí, ya, está de moda lo gastro-foodie-chuli, pero no todo el mundo está por la labor de gastarse un pastizal ni todo el mundo gusta de la cocina elaborada. ¿Pero quién no de un pincho de tortilla, una bravas, un poco de magro tomate o morro?
No sé…
La vida es tan aburrida sin picante.
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“No confundáis curva con curva”, nos decía el profesor de matemáticas cuando estaba yo en COU. Eso era por el pleistoceno inferior. Día arriba, día abajo.
Creo que no debemos caer en la inercia de pensar que la realidad es la de nuestras ciudades. Somos un comino. Corregidme sin problema pero creo que esto sólo está ocurriendo en las ciudades grandes. Cuanto más pequeñas son, y aun más en los pueblos, la incidencia es menor. Quizá con el tiempo también sufran esta erosión, pero creo que en este momento es menor.
¿Os acordáis de los pantalones de campana? Yo tampoco. Eran de la época de mis padres. ¿Me los habría puesto yo? Ni loco. No eran la moda.
Tampoco están de moda las lentejas, los callos, los morros… Ahora la cosa va de quinoa, aguacate, gin-tonic y smoothies (los batidos son una vulgar vetustezzzzzzzzz). Y es lógico. Nosotros tamos talludos y el mundo continúa.
Por otro lado, es triste el que algo así se extinga.
… como lágrimas en la lluvia…
Saludos,
Jose
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No sé… yo vivo en un pueblo y siguen desapareciendo los bares. Además tengo una casa en un pueblo de Cuenca y en mi pueblo (60 habitantes en invierno) queda un bar, y prácticamente no cocina nada, es más de beber quintos y que te pongan cuatro encurtidos, patatas fritas de bolsa y poco más.
En lo pueblos de alrededor tampoco creas que es tan fácil, los hay, pero cuesta encontrarlos. Pero bueno, es cierto que nos centramos en la desaparición de los bares en las ciudades, donde posiblemente había más bares por habitante que en los pueblos, es decir, que han desaparecido en mayor proporción, o eso me parece a mí.
Saludos
DaniLa vida es tan aburrida sin picante.
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¿Desapareciendo o siendo sustituidos los unos por los otros?
Saludos,
Jose
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Sustituidos. Eso es lo preocupante.
Saludos
Dani
La vida es tan aburrida sin picante.
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Arf, creo que es más preocupante la desaparición que la sustitución. En la sustitución queda la esperanza de la recuperación. En la desaparición, quizá la nada.
¿Seremos la última generación que mojetée el pan en los callos y que sepa cocinar croquetas de cocido?
Saludos,
Jose
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No tengo claro que sea más grave, porque el desaparecer podría ser un problema ajeno a la gastronomía, por ejemplo, una crisis, un cambio en el precio de los alquileres, la desaparición de ese dueño de bar que abre a las 7 de la mañana y cierra a las medianoche sin salir para nada de allí (¿quién quiere hoy esa vida)… En fin, cuestiones socioculturales que nada tienen que ver con los hábitos del comercio y el bebercio.
Sustituirlos, es un problema de cambio de hábitos, lo que sí quiere decir que desaparecerán las croquetas, los callos y las habas.
Saludos
DaniLa vida es tan aburrida sin picante.
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Sí, yo tampoco tengo claro que sea un fenómeno exclusivamente urbano, la globalización lleva las peores modas a los últimos rincones del planeta a la velocidad de las ondas.
Saludos,
Javier
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