Ubicación: Calle Río de la Pila, 5
Santander (Cantabria)
España
Código Postal: 39003
Teléfono: 942216750
Horario: Cierra domingos noche
Menciones: 1 Sol Repsol
Tipo de cocina: Cántabra
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Web: http://www.bodegadelriojano.com/
Precio estimado: 35,00€
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Lo siento, no puedo pasar por Santander sin ir a cenar al Riojano. Es que además, lleves a quien lleves quedas bien. Al más foodie, al más “básico”, a los amigos, a la familia, compañeros de trabajo… Aciertas siempre, éxito asegurado.
Como decía en el comentario de hace un par de años, copio y pego:
En pleno centro de Santander, en Río de la Pila. Un lugar con historia y tradición, celebraron hace unos años su 75 aniversario, con un breve periodo cerrado que aprovecharon para reformar y reabrir en el 2009 con nueva dirección. Nueva dirección que ha conseguido revitalizar el negocio, bajo las premisas de calidad y tradición.
Con la citada reforma han conseguido mantener ese aire de antigua bodega, de solera, pero imprimiéndole unas notas de “color”, de comedida modernidad y buen gusto a raudales, como esas cubas que forran literalmente las paredes de la tremenda sala, y que han sido usadas como lienzos por varios pintores coetáneos.
La entrada en la sala es impactante, por sus dimensiones, por lo comentado, por la luz tenue, por el ruido de fondo comedido, pese a que estaba totalmente llena… Es rectangular, diáfana, y pese a ello tiene un puntillo intimista.
La cocina es tradicional ligeramente actualizada y muy muy cuidada. Tradición, calidad y presentación. Cantabria en vena.
En esta ocasión cenamos:
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Tartar de bonito con pil-pil de aceitunas / Ensalada de tomate de Cantabria con cebolla / Anchoas seleccionadas de Conservas Catalina / Cachón guisado en su tinta / Pisto con papada ibérica y huevo frito / Tortilla de patatas guisada con salsa de callos, chorizo y alioli / Tarta de queso / Helado de quesucos de Cantabria
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Qué delicia, qué sabores y en ocasiones… qué contundencia. Porque, ojo con esa tortilla con la que finalizamos la parte salada: Tortilla de patatas guisada con salsa de callos, chorizo y alioli ¡guau!
Buena bodega, aunque la pifiamos con ese Yenda Riesling cántabro. Nos había encantado a los cuatro otro vino cántabro que aquí no tenían y, pese a que me avisó que no era lo mismo, yo me empeñé y… Aún con todo, el jefe de sala quiso retirar la botella, pero no amigo, tú has hecho bien tu trabajo, he sido yo, que me he obcecado.
El servicio, ya se deduce por el apunte del párrafo anterior que muy bien, impecable.
La próxima vez que venga a Santander… tampoco me podré resistir.
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Un restaurante que vale la pena visitar!
Además de ser un lugar muy agradable , tiene buen servicio y que bien se come….
Recientemente cené ahí con mi esposo y mis hijos el lugar estaba a tope.
Empezamos con unos quesos Cántabros , también probamos los caracoles guisados a la riojana, Cachón guisado en su tinta con arroz cremoso (espectacular), pochas con almejas en salsa verde (muy buenas!!) , las Carrilleras de cerdo ibérico a modo de estofado (sensacional!!!!).
Ya no hubo espacio para el postre pero si que se veían buenos.
La carta de vinos con muy buenas opciones y a buen precio.
Excelente lugar, lo cual no me sorprende pues elegimos ese sitio para cenar en Santander por recomendación de un gáudaro!!!
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Oooolé! Una gáudara mexicana! Toma, toma, toma!
Estupendo debut, Pilar, y me alegro mucho de que te gustara!
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¡¡¡¡Bienvenida @pilargomez!!!! No digas mucho que eres mexicana que te haremos enviarnos una par de maletas llenas de picante.
Aúpa esa gáudara.
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Había que elegir entre las múltiples opciones que tiene una ciudad como Santander y la cosa no era fácil. Lo que sí tenía claro es que me apetecía un local de cocina con raíces, no necesariamente clásico, pero sí con una clara influencia de la cocina cántabra. Las excentricidades gastronómicas ya las encuentro al girar la esquina de mi casa.
Este fue el restaurante elegido por mis anfitriones, cena con tres gáudaros de pro, G-M, jacomur y Gabriel Argumosa, una oportunidad única de debatir sobre gastronomía, de compartir de disfrutar escuchando lo mucho que saben.
Una pequeña y estrecha entrada abre las puertas de un local que se ensancha y desemboca en un gran comedor lleno de barricas pintadas por diferentes personalidades, sin duda más de una de la hubiera llevado a casa…
Lleno hasta la bandera y con un perfil de gente muy diferente, ni la acústica ni el servicio del local se resintió lo más mínimo, todo un logro.
Como iba con la enroña de probar un cocido montañés como Dios manda, allá que fue el bueno de Gabriel y hablar con ellos, pues este plato no se suele preparar por la noche, y nos consiguió una ración, que tomamos a esa buena hora de las 23:30… la hora del cocido, vamos.
Este fue el menú que confeccionamos:
Bocartes, muy ricos y sin excesos de aceite.
Anchoas de la zona, de buen calibre y llenas de sabor.
Mousse de cabracho, la preparación clásica del pastel pero algo más ligero.
Rabas, también muy buenas, en la foto parecen más aceitosas de lo que realmente estaban. El secreto no es otro que utilizar un buen calamar fresco.
Pimientos rellenos de carne. ¡Qué cosa más buena, por favor!
Callos, también de 10, con buen punto de sabor pero sin ese exceso de la casquería más burda.
Y el cocido montañés. A mí me pareció excelente, pero era la primera vez que lo probaba. Mis acompañantes, que aseguran haber comido unas cuantas docenas de veces, también afirmaron que era digno de mención, así que me alegro de que mi primera experiencia fuera tan buena.
Aún quedo algo de saque para los postres (arroz con leche, leche frita, etc…) No los probé mucho porque no soy muy goloso y como con hambre tampoco nos habíamos quedado, tampoco era plan de acabar como en La grande bouffe.
Carta de vinos interesante, con buenos precios y bastantes vinos de la zona, lo que se agradece. Tomamos un Casona Micaela, vino de la zona que me gustó y que maridó perfectamente con los primeros entrantes, un Predicador y un El Regajal Selección Especial para que aguantara el resto de platos.
Servicio siempre atento, extremadamente amable y siempre pendiente de nosotros pese al llenazo de esa noche.
Local altamente recomendable si se quiere probar la cocina cántabra auténtica.
Gran noche…
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Qué bien lo pasamos aquella inolvidable noche!
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Un clásico entre los clásicos pero renovado y con un ambiente realmente cool.
En pleno centro de Santander, en Río de la Pila. Un lugar con historia y tradición, celebraron hace unos años su 75 aniversario, con un breve periodo cerrado que aprovecharon para reformar y reabrir en el 2009 con nueva dirección. Nueva dirección que ha conseguido revitalizar el negocio, bajo las premisas de calidad y tradición.
Con la citada reforma han conseguido mantener ese aire de antigua bodega, de solera, pero imprimiéndole unas notas de “color”, de comedida modernidad y buen gusto a raudales, como esas cubas que forran literalmente las paredes de la tremenda sala, y que han sido usadas como lienzos por varios pintores coetáneos.
La entrada en la sala es impactante, por sus dimensiones, por lo comentado, por la luz tenue, por el ruido de fondo comedido, pese a que estaba totalmente llena… Es rectangular, diáfana, y pese a ello tiene un puntillo intimista.
Qué bien se come aquí. Cantabria en vena. Anchoas, pastel de cabracho, rabas, bocartes, cachón en su tinta, pescados varios, pimientos rellenos, callos, cocido montañés… Lo que quiera, oiga.
Buena bodega y servicio estupendo, siempre educado y atento, con un jefe de sala realmente profesional.
Pa qué quiés más.
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Solo el entorno, para el que no lo conozca, merece una visita.
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