El cartel de “hay caldo”, aunque no ha desaparecido del todo, se observa con menor frecuencia en los bares y locales de gastronomía, e incluso se oye menos la frase preguntando: ¿“apetece una caldo”?.
En época invernal, y sobre todo en los días desapacibles, el tomar un caldo nos calienta el estomago, reconforta y hasta nos levanta el ánimo. Hay quien ha escrito que “el caldo es un manjar de dioses”.
De siempre y de ahora
Su origen se remonta al Paleolítico y, acercándonos más en el tiempo, podemos recordar que doña Emilia Pardo Bazán escribió un recetario que contemplaba quince caldos, pudiendo destacar: “caldo para bailes y reuniones“, o “caldo sustancioso” con jamón, gallina y hueso de tuétano. Llegando a asegurar que “el mejor jamón para el puchero es el añejo y sin rancio, y la gallina, la gruesa y no muy vieja aún”.
Fuera de nuestro país, pero sobre todo en Londres, Nueva York o Sídney, están proliferando los locales denominados Bone Broth Bars, o bares de caldo de huesos. Se suele tratar de locales de diseño hipster, con decoración en madera clara y mesas corridas en los que se venden diferentes tipos de caldo, señalando sus propiedades curativas. Te lo puedes tomar allí, o te lo venden envasado para llevar.
Elaborar un buen caldo
Aunque solo nos centremos en la elaboración del caldo de carne, existen infinidad de métodos y posibilidades. El objetivo de un caldo es producir un líquido con mucho sabor y gelatina suficiente para que adquiera cuerpo.
La carne es cara y nos dará mucho sabor, y el hueso, que es más barato, es una fuente de gelatina que nos dará un buen cuerpo. A estos ingredientes se suelen añadir en la cocción verduras con poder aromático, por ejemplo la zanahoria y las cebollas aportarán dulzor y aroma, y si añadimos vino este aportara acidez y un punto del famoso sabor umami.
Existen varias opciones, en cuanto al trato previo de la carne y hueso o la temperatura y tiempo de cocción, según se pretenda obtener un caldo más o menos claro, con mayor o menor concentración y/o sabor. Generalmente, se aconseja empezar en frío y calentar despacio y sin tapar. Sin entrar en detalles de la elaboración, os comentaré que la temperatura y el tiempo de cocción, contribuyen tanto en el resultado final como los componentes empleados.
Temperatura de cocción del caldo
Nadie duda de que la temperatura afecta el sabor de los alimentos. Hay ejemplos clásicos como que el queso cheddar sabe más agrio si se caliente y el jamón parece más salado a medida que se enfría. Pues en el caso del caldo, parece ser que la temperatura ideal de su disfrute oscila entre los 37º C y los 72º C, por debajo de esas cifras pierde sabor y por encima corremos el riesgo de quemar nuestra legua y no poder apreciar sus matices.
Si estamos en grupo, desconfiar de los que toman el caldo a alta temperatura, sobre todo si son de edad avanzada, pues con la edad el número de papilas gustativas disminuyen, lo que conlleva a dos detalles: con la edad se valoran más los sabores potentes y se tolera mucho mejor los líquidos calientes en exceso. Fijaros que en las reuniones familiares es la abuela la primera que suele acabar la sopa.
Veréis en muchas ocasiones el añadir vino blanco para atemperar el caldo, el detalle tiene su justificación pues, sobre todo si el vino es de crianza biológica, nos aportara aromas y un punto de sal adecuado. El problema se presenta en cuanto a la cantidad ideal y con el añadir otro tipo de vinos.
Hacer el caldo gordo y José María de Pereda
Siempre me llamó la atención esta expresión que el escritor polanquino escribió en Pachín González.
-Echa más harina, y verás cómo abaja el caldo…
Lejos queda aquella época en la que se escribió esta frase, entiendo que con la intención de espesar el caldo, con la acepción actual de “hacer el caldo gordo”, que suele referirse a apostar por una empresa cuya cotización esta a la baja.
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Gracias Gabriel, muy interesante. Nada más reconfortante que un buen caldo.
Por cierto, mi suegro fue causante involuntario de grandes achicharramientos por su gusto por el caldo bien caliente y su tolerancia a las altas temperaturas.
Mi preferido es el de nabizas, y que no falte el unto.
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