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Pequeño oasis en el centro histórico de Marbella, y bastante sorprendente, ya que no te esperas que en un destino tan explotado turísticamente te encuentres unos rincones tan encantadores, eso sí, lleno de turistada y de locales dirigidos a la misma, y digo oasis, porque es de esos sitios, que siguen manteniendo ese aroma rancio de antaño, tampoco podría decir que es un sitio excepcional, pero desde luego tiene su encanto a pesar de lo ajado -y cutre, vamos, porque es cutre de cohones– del sitio, si bien el resto de locales te los encuentras llenos de visitantes, aquí nos encontrábamos media docena de parroquianos, y un servidor.
Raciones y tapas típicas, con producto expuesto en una cámara a la entrada, me dejé llevar por lo que me aconsejó el dueño (hijo)/camarero/cocinero, media de almejas a la sartén (pequeñitas, ricas ni gota de arena), media de gamba blanca (pequeñitas, ricas), media de boquerones fritos (pequeñitos, ricos) y para terminar una tapa de callos con garbanzos (normal). Para beber una caña al llegar y un par de manzanillas. Bien comido por 20€.
Supe del sitio por Carlos Herrera, que alguna vez ha nombrado en sus programas, y si bien igual ha exagera un poco en calificativos, bien merece la pena acercarse a comer ahí un poquito de pescadito y marisco.
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Lo apunto! Esos sitios me vuelven loco.
Por otro lado, no soy nada fan de Herrera, pero tengo que reconocer que a los lugares que he ido y el aconsejaba, he acertado. Pilota el tío, pilota.
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Yo ahora que recuerde, solo Casa Bigote en Sanlucar (supongo que habrá estado y visto que tiene su propio rincón…) y éste. Años luz uno de otro, esto es otra cosa, pero merece la pena si estás en la zona a la hora de vermutear…
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