Una frase de Winston Churchill, os puede dar una idea de la importancia del gin-tonic: «El gin-tonic ha salvado la vida y la mente de más ingleses que todos los médicos del Imperio».
Los británicos llevaron la ginebra a sus territorios de ultramar, donde surgió el gin-tonic. Los ciudadanos del imperio británico asentados en la India estaban obligados a tomar quinina para combatir la malaria, y el trago de tal producto se toleraba mucho mejor si iba acompañado de ginebra. Hasta la década de los años 1920 se usó la quinina como tratamiento contra la malaria, entonces aparecieron fármacos antipalúdicos sintéticos más efectivos.
La malaria es una enfermedad tropical grave. En 2016, la OMS informó 216 millones de casos y 445.000 muertes. Según el Informe Mundial sobre la Malaria de 2017, la región de África representa alrededor del 90% de los casos de malaria y muertes en todo el mundo.
El primer paciente curado de malaria fue Francisca Enríquez de Rivera, condesa de Chinchón y esposa del virrey de Perú. Antonio Suardo relata en Diario de Lima, que cuando la condesa enfermó, sus médicos no pudieron dar con ningún remedio, pero cuando los indígenas le ofrecieron un brebaje a base de quina, la condesa se curó de la malaria.
De este pasaje ha quedado que en numerosas ocasiones a la quinina se la denomina también “chinchona”, nombre con el que también se conoce al árbol de donde se extrae el producto.
Actualmente el contenido en quinina en las bebidas tónicas es mucho menor. La quinina es un ingrediente de las bebidas tónicas, pudiendo contener hasta 85 mg/l, usándose como potenciador del sabor en el agua tónica, confiriéndole su característico sabor amargo. Debido a los efectos secundarios de altas dosis de quinina, su concentración se ha limitado por la FDA.
Las personas que tienen deficiencias auditivas deben abstenerse de tomar agua tónicas o cualquier otro producto que contenga quinina. Si precisan tomar quinina como tratamiento médico, deben indicar a su médico que padecen problemas auditivos.
Desde hace 10-15 años el consumo del gin-tonic ha experimentado un gran auge. Como todos vosotros sabéis las modas son a veces inexplicables, pero en este caso muchos argumentan que su moda se debe a que es una consumición que podemos personalizar. Se puede elegir la clase de ginebra, la tónica, e incluso el acompañante, y entre estos, podemos citar un buen número de posibilidades: enebro, cardamomo, pepino, fresas y hasta pétalos de rosas. Los kits de especias han empezado a ser habituales en los hogares españoles. La cucharita imperialtambién se instaló como un utensilio necesario para que un gin-tonic se mezclara de manera perfecta, manteniendo el gas carbónico en la copa. Y a todo esto, añadid vuestras preferencias de copa, tipo balón, vaso largo etc.
Francis Scott Fitzgerald, autor de El Gran Gatsby, y consumidor de Gin Rickey, aseguraba: «Alcohol, esa manera de ver con cristales rosas la vida». ¡Una forma de verlo!
You need to login in order to like this post: click here
Oye Gabriel, ya sabes que fui uno de los locos de los gin-tonic, que tenía en casa más de 20 gins diferentes y, a lo que voy, también más de 20 tónicas diferentes, las buscaba por todos lados. Y lo que experimenté, es que cuanto más rica en quinina era la tónica, más me gustaba… y peor me sentaba, ¿a qué se deberá, doctor?
You need to login in order to like this post: click here