herni

  • Toa la razón. Para comer y beber bien, salvo excepciones, no es la mejor época.

    ¡Felices!

     

     

  • Sigo sin descorchar la del 2009. El mercado español no está sobrado precisamente de rosados de nivel y supongo tengo “miedo a la desilusión”.

    ¿Alguna experiencia con la cosecha 2009?

     

  • Ayer cayó la segunda botella que tenía y sigo pensando que no es vino que era. Me alegro de que te tuvieras esa suerte, Javier, aunque igual soy yo que tengo un recuerdo demasiado buen de lo que en realidad es este vino…

    Abrazos y feliz Navidad.

    Dani

  • Feliz Navidad a ti también, tío grande.

    A disfrutar de lo que no más nos gusta con quien más queremos.

    Abrazotes.

    Dani

  • Tarta Mud Cake de Chocolate
    Dificultad: fácil
    Coste aproximado de los ingredientes: 15€
    Armonía: fondillón
    Amor a primera vista
    Corría el verano del 2014 cuando probé por primera vez la tarta Mud Cake de Cho […]

  • Acabo de verlo. Muy bueno.

  • Lástima no entender ni papa de francés. 🙁

  • ¡Vaya tela! Hace tiempo @bluffant me decía que estaba viendo unos videos de cocina vintage en francés que eran la repera, pero como no tengo ni papa de francés. Pero esto voy a revisitarlo, porque por aquel entonces era un crío y me interesaba la cocina muy de refilón.

    Muchas gracias

    Dani

  • Cakes and Bubbles
    Dirección: 70 Regent Street London W1B 4DYTeléfono: +44 0 20 7406 3310Tipo de Cocina: pastelería gourmet y vinos espumososPrecio de la experiencia: 47.25 libras por persona.
    Escapada a Lo […]

    • Guapo post!
      Oye, cuando dices “otros espumosos”, qué hay, de todo el mundo? Espumante, sekt, prosecco…
      O qué?

      • La oferta amplia en champagne pero también ofrece cava, prosecco… incluso un espumoso inglés. Sekt no creo recordar que viese en la carta… También ofrece vinos dulces y fortificados. Un maridaje recomendado por el sumiller consistia en acompañar la tarta de queso con el palo cortado Apóstoles de González Byass.

    • Pues me ha sorprendido sobre todo el precio. Londres, lujo, apellido Adrià y champagne… me imaginaba que habría que pagar con algún órgano, pero ya veo que se puede hacer sin hipotecarse.

      Lo cierto que sí, entran ganas de visitarlo. Gracias por compartirlo.
      Un saludo
      Dani

      • Si, es un capricho bastante asequible. Aunque si quieres gastar más no hay problema, tienes champagnes para todos los gustos, precios y bolsillos.
        Un abrazo.

    • En fin, tengo que reconocer que, en principio, la propuesta no me llama mucho la atención. Dulce, Adriá, Londres, no me parece una combinación muy apetecible. El concepto de sólo dulce para tomar no me llama (lo que viene siendo un salón de té de toda la vida) pero, encima de autor (póngale un plus a la cuenta) y en Londres, donde ya es todo caro de por sí… Ahora bien, algo tendrá el agua cuando la bendicen, así es que me ha impactado esa afirmación final: “No dudaría en volver a visitar Cakes and Bubbles si regresara a Londres”. Lo consideraré en mi próxima visita, aunque más bien creo que acabaré tomándome unos quesos de Neal’s Yard en Hide Park, si el tiempo no lo impide. Un abrazo.

      • Muchas gracias por la consideración. Todo un honor… 😉
        Aunque soy un goloso empedernido, he de decirte que esta propuesta es dulce sin empalagar, fina, ligera pero muy sabrosa.
        No veo incompatible la propuesta de Neal’s con una visita a Cakes and Bubbles, aunque sólo sea para tomar una copa de champagne…
        Otro abrazo para ti.

        • Tienes toda la razón, he intentado contraponer una experiencia, fuera del restaurante habitual, de salado al dulce y no tiene por qué. Touché 😉

    • Virgencita!!! pues Londres será muy bonito, pero a un servidor le ponen más otras capitales, pero lo que si me encanta es el dulce!! Así que cuando visite Londres intentaré ir, porque seguramente tendré que poner el pie alguna vez allí (de nuevo). Me parece una propuesta muy interesante, creo que este tipo de locales se irá poniendo de moda, locales donde solo se sirve dulce y bebidas al compás. Creo que vi en Netflix un documental de un restaurante que solo sirve postres, así que te vas a comer donde te plazca (incluso en casa) y luego te tomas un postre gourmet con una buena bebida de acompañamiento. Yo si lo veo, aunque quizás es un poco temprano, pero lo veo.

      • Hace años con Espai Sucre se creó el primer restaurante del mundo (mundial) de postres. Creo que cerró y hace un par de años lo han “resucitado” por lo que tal vez sea ese el que viste en el documental de Netflix. Me parece una propuesta interesante pero muy segmentada, por lo que es una fórmula que sólo puede funcionar en capitales grandes con una masa crítica suficiente.
        Te lo recomiendo, sin duda alguna.

        • Cierto que solo funcionaría en capitales grandes, pero pienso (y esto es mi opinión) que es una idea innovadora que se puede poner de moda y que puede tener su público, quizás no tan restringido como en el que se ve en el documental de Netflix (ahora ya me acuerdo) solo nocturno, sino mas como restaurantes, de meriendas, postres y algo más. Yo lo veo, tal cual he comentado quizás es un poco pronto, pero creo que puede ser una idea innovadora que puede funcionar muy muy bien.

  • Argumentos para la mujer que, no lo olvidemos nunca, suele tener razón, y no estoy ironizando.

  • Gracias @Dani

  • Claro, si en una bolsa metes salmón, puedes volver a meter salmón, por no hablar de quesos, fiambres, etc. No se tira tanto plástico como parece y, ante todo, tienes la opción de los botes al vacío.

    Te dejo aquí un vídeo del señor @bluffant que es muy vergonzoso y no ha querido ponerlo:

     

  • Cada vez lo tengo más claro, sólo falta convencer a la “usuaria” principal de la cocina.

    Gracias.

  • Muchas gracias, voy atesorando argumentos… 😉

     

  • El uso de esos botes podría ser en parte el argumento ecológico que necesito para que mi Ana me deje meter otro gadget culinario en casa. ¿No te parece?

  • Estoy pensando desde hace tiempo en comprar una. Le he estado preguntando a @dani y curiosamente me ha recomendado esa misma marca, la Food Saver. La que no lo tiene tan claro es Ana, mi mujer. Piensa que usar tanto plástico no es demasiado ecológico.

     

     

  • Me va a caer la del pulpo
    Sí, ya sé que he nombrado “maridaje”, la palabra prohibida y maldita, una de las más odiadas por los “winelovers”. Pero tenéis que reconocer que la usáis porque es conocida y frecuentemen […]

    • Qué conocimiento y pasión por la gastronomía exuda este post, en especial del mundo del vino. Grande Jose, hay fragmentos que alcanzan una altura tremenda.

      Por mi parte decirte que disfruto tanto con un maridaje bien discurrido como con una botella de champagne para toda la cena desde el principio hasta el final.

      A mí me gustan los maridajes más que por el concepto de armonía, por probar muchos vinos distintos y analizar la propuesta y el ejercicio intelectual del “maridador”. Pero, con el tiempo y con la edad, cada vez me veo más capaz de disfrutar en la misma cena del vino y del plato por separado, aunque teóricamente “no mariden”. Cada vez creo menos en ello.

      Sin embargo, o a consecuencia, vaya usté a saber, cuando viajo me entrego siempre a los maridajes geográficos, “mariden” o no, me gusta imbuirme del acervo cultural de la zona visitada.

      Un abrazo y enhorabuena por el pedazo de artículo.

      P.D.: En italiano también mola, le dicen “abbinamento di vini”

      • ¿Por qué está tan denostado el término “maridaje” entre los gastrofrikis que dice Jose?, siempre he intuido que era por un tema lingüistico, por la equivalencia que se le supone al matrimonio y por tanto, teóricamente, a la “fidelidad”, cuando en realidad las relaciones gastronómicas son absolutamente infieles, a un plato le pueden ir vinos muy distintos y a determinados vinos le pueden ir a platos muy diversos…
        Pero vamos, que son elucubraciones propias y nunca lo he preguntado.

        • Es una tontada. De verdad. Es simplemente que suena a matrimonio y el tópico dice que eso es malo. No hay más vuelta que darle. Yo como vivo en pecado no sufro esa animadversión.

        • Como bien dice Dani, se asocia con matrimonio y sabes que el tonto tópico de los casados es abjurar de él. De todas formas el término armonía me parece más completo pero se usa tan poco….

      • Que “sagerao” eres…. no te pases que me abrumas y me pongo colorado… 😉 Yo tan sólo me dedico a contar mis experiencias y básicamente a transcribir lo que me dicen los que verdaderamente saben de estos temas. Por ejemplo los protagonistas de este post: de una parte David y Ricard y por otra Alberto y Kiko.
        También yo disfruto con champagne como único vino de un menú, de hecho si hubiese que elegir un sólo vino en el mundo, mi elección sin duda sería champagne. Pero del maridaje bien hecho además del propio disfrute de la armonía en sí, especialmente me fascina (al igual que a ti) por el discurso lógico que te cuenta el sumiller de su porqué. Desgraciadamente no es una situación que suceda con frecuencia, por lo que la mayoría de las veces prefiero elegir yo.
        Estoy por editar el post e incorporar el termino italiano 😉
        Muchas gracias, otro abrazo para ti.

        • Oye, dita y ponlo, oño, encantado por mi parte si lo haces de colaborar aunque sea de un modo tan mínúsculo en tu brillante post. Y además es que no es mío, no es más que la traducción de maridaje en italiano.

          Me encantó cuando pedí el “abbinamento di vini” en la Osteria Francescana, ése es de los que te hubieran gustado hasta a ti 😉

    • Ante todo me gustaría felicitarte por este post, que es realmente bueno y destila pasión por el vino y la gastronomía.

      El término maridaje no me genera ningún tipo de repulsión, tal vez no estar casado hace que tenga esa connotación negativa 😉 El término armonía lo lleva utilizando el gran @pagohigon hace muchos años y siempre me ha gustado, pues la palabra en sí misma sugiere una sinergia entre comida y vino que potencia a ambas partes (como sucede en una armonía musical), pero como bien dices, a la gente no le suena y hay que explicar acabando por decir que se trata de un maridaje.

      He disfrutado algunos de los maridajes aquí expuestos y puedo decir que son soberbios. Claro que de la mano de tan excelentes sumilleres, no es de extrañar que el éxito esté asegurado.

      Respecto a escoger o no el maridaje en los restaurantes ahora mismo estoy en tu linea. Soy de los busca menú degustación siempre. Si lo hay, no tengo dudas. Me evita pasearme por la carta, consensuar con el resto de la mesa, sopesar si es mucho, si es poco, si es representativo de la cocina que allí se elabora… Creo a ciegas en el buen hacer del cocinero y siempre confío en que me dará lo mejor que tiene, por lo que me lanzo de cabeza a por los menús preestablecidos. Pero con el maridaje me resisto más. En mi opinión el precio suele ser excesivo, de manera que calculo con los precios de la carta qué podría pedir y no suelo decantarme por la opción del maridaje. Y cuando digo a que el precio suele excesivo, lo digo en tanto en cuanto a relación calidad precio o en cuanto a lo interesante que puede resultar y lo pago por él. Y esto se debe a múltiples decepciones con el maridaje de restaurantes, algunos de gran calidad, que no han sabido copar mis expectativas, generalmente con vinos manidos o que están de moda (y por tanto los he probado en otros sitios) o con algún triple salto mortal donde el sumiller trata de lucirse pero da un traspié y es el cliente el que acaba padeciendo este exceso de osadía.

      • Muchas gracias.

        A mi tampoco me genera repulsa el término maridaje, a pesar de estar “anillado”.

        Por lo demás, poco puedo añadir a tu comentario, estamos de acuerdo en todo 😉

    • Enhorabuena y gracias por el post tan bueno. Yo , aunque quede fatal decirlo, soy de los que pido maridaje . Y si además , es arriesgado mejor. Es cierto que te la juegas si no conoces al sommelier , pero creo que te la juegas igual cuando pides menu degustacion en un restaurante que no has ido nunca. Básicamente lo pido para aprender. la verdad es que no me ha ido mal. Mis dos ultimas experiencias fueron de hacer la ola…………

      • No hombre, ¿cómo vas a quedar mal? Casi al contrario, que si no pides el maridaje eres el raro. Está claro que descubres muchas más cosas con un maridaje que sin él.
        Nos tienes que decir dónde fueron esas olas 😉

      • Muchas gracias Javier.
        Para nada quedas fatal, cada uno… además esa debería ser la mejor opción. El sumiller de un restaurante es el que debe conocer los platos y su bodega. Y por tanto el que puede ofrecer el mejor maridaje.
        Y como dice @Dani cuenta, cuéntanos esas dos últimas experiencias tan alucinantes.

    • Felicidades por este interesante post, bueno yo ni siquiera entro en el debate de si está bien dicho maridaje o no, me da igual. Me gusta el vino y mucho, sé que vino me gusta, pero me falta saber más de vinos, dicho esto y si el restaurante o el sumiller me da confianza, sí me gusta pedir el maridaje, me entretiene y me hace disfrutar más de la experiencia. Si por el contrario no me da buena espina me pido un champagne o un buen cava y listo, soy igual de feliz.

      En muchas ocasiones he salido defraudado con el maridaje, así que ahora, antes de ir a un restaurante, intento preguntar e informarme del sumiller y de si vale la pena, porque si vale la pena, lo prefiero con maridaje.
      En Ricard Camarena disfruté del maridaje propuesto y descubrí cosas nuevas, en entrevins a un nivel más modesto también me gustó y entretuvo.

      Y si al final consigo mesa en Can Roca desde luego que lo pediré con maridaje….quien no!!.

      • Lo tienes clarísimo y además obras como ya hemos dicho por aquí la mayoría. Si te convence el maridaje a por él y si no con un buen espumoso disfrutarás y casi seguro que aciertas lo acompañes con lo que lo acompañes.

        En Ricard el disfrute está asegurado con el fabuloso equipo de sumillers que dispone comandados por David Rabasa. Y el propietario de Entrevins es Guillaume Glòries que es un excelente y preparado profesional, con una selección de champagnes muy chula.

        Si vas a El Celler, no lo dudes el maridaje debe ser tu opción. Tocarás el cielo.

        Muchas gracias.

    • Muy buen artículo sobre un tema controvertido.

      En primer lugar, me parece complicado establecer correspondencias generales entre vinos y alimentos como en otros tiempos se hacía (y a veces todavía se ve, especialmente entre los prescriptores anglosajones de medio pelo son muy aficionados a dar consejos a los consumidores en este sentido). Aquí entran en juego los gustos personales y, por lo tanto, si tus gustos coinciden con los del sumiller tendrás suerte, pero si no, puedes arriesgar la comida. En términos generales suelo ser un poco raro por lo que no me arriesgaría a pedirlo si no tengo garantía de éxito. Y sí, estoy de acuerdo contigo, lo pedimos en aquellos restaurantes en los que tenemos esa seguridad porque, efectivamente, es la ocasión de probar curiosidades, joyas o, simplemente, dejarse sorprender por el sumiller.

      Dicho esto, querría reivindicar el papel del sumiller. Suelo pedir recomendación, suelo hablar con ellos y, si no me conocen, manifestarles mis gustos. Y esa interacción suele ser muy valiosa. El problema es que el sumiller que no te conoce pensará que eres un cliente medio y seguramente te ofrecerá una puesta segura porque, lo comprendo, con un cliente poco iniciado hay que ser conservador y asegurar el éxito. Pero esa misma oferta puede ser un desastre para otro cliente que espera algo más (y viceversa). Por lo tanto, es fundamental que el sumiller pierda un poco de tiempo hablando con el cliente y averiguando sus gustos y pretensiones, incluso si, por la razón que fuera, esa iniciativa no parte del comensal. Aunque también conviene saber cuando esa interacción molesta al cliente, en fin, un tema complicado que requiere de observación, inteligencia emocional y perspicacia por parte de un buen sumiller. Y estas cualidades no son triviales, más allá de los conocimientos enológicos.

      En otro orden de cosas, encuentro las cartas de vinos de la mayor parte de los locales bastante limitadas: cartas comerciales con preponderancia de vinos tintos. Me encanta comer con espumosos, me apasionan los rosados y los vinos de Jerez. Muchas cartas suelen fallar por ahí. El viernes cené en un pequeño restaurante de barrio donde pedimos una cerveza (Chimay Grande Réserve 1998 0,75l.) y una sidra normanda (Dupont Réserve 1998), qué sorpresa más inesperada y qué alegría. Y además servida en copa de vino, como toca. Esa es la actitud que me gusta, pero ciertamente es la excepción. Hasta el punto de que la joven que nos atendió nos preguntó, con un cierto aire de sorpresa muy bien disimulada, si conocíamos la sidra. Y es que, en mi opinión, la mayor parte de los vinos de las cartas de pequeños o medianos restaurantes, están muy limitados en cuanto a acorde, maridaje, armonía o como quiera que lo llamemos (creo que “maridaje” simplifica mucho, aunque no esté de moda entre la gente del sector).

      En todo caso, me ha gustado mucho el enfoque de tu artículo, creo que estamos en el mismo barco.

      • Muchas gracias Javier por los halagos. Si parece un tema controvertido sí, que además genera análisis profundos y extensos 😉

        Sigo sin pedir el maridaje en la mayoría de las ocasiones porque no me convence por caro, poco original, falto de calidad, por diversos factores. Pero cuando hay un sumiller profesional detrás, confías y acierta es el “summum”.

        Me encanta encontrarme con un sumiller en el restaurante, departir con él o ella y especialmente aprender de quien dedica todo su tiempo y esfuerzo a este apasionante mundo.

        Ese pequeño restaurante al que fuiste el viernes, contará seguramente entre sus distribuidores con el amigo Joan Calatayud de Ca l’Arnau que lleva Dupont entre otras maravillas.

        Me da la sensación que estamos de acuerdo en el grueso del asunto.

      • A la interacción con el sumiller yo le llamo: olernos los culos. Y perdón por la expresión.

        En alguna ocasión no nos hemos reconocido y nos hemos ladrado. Para evitarlo cojo la carta y le señalo 3 o 4 referencias (de estilo y precio) y que él/ella me recomienden algo, a ser posible local (dependiendo de donde estemos, claro). Si no hay carta, el olimiento es complicado, depende de la actitud del sumiller. En algunos casos me responden con el ¿Blanco o tinto? Pues mira hije, no lo sé, porque como no sé que tienes pues no sé que me apetece. Igual es culpa mía, pero necesito ver qué tienes y qué precios, porque me puede apetecer un blanco o un tinto u otra cosa. Si oteo algo o tienen vinoteca, pues puedo decir me gusta esto y esto, y si son buenos ya te cazan bien.

    • Hola tribu gaudara,
      y dado como está el asunto gastro, ¿le seguís viendo sentido a esas dos líneas de maridaje? Desde mi (nunca humilde) punto de vista el asunto gastro está adquiriendo tal complejidad que esas dos lineas se tornan complicadas. Pongo ejemplo extremo: Cualquier plato de DiverXO. Es tal la cantidad de ingredientes, elementos de sabor en las puntas de cualquier gráfico que se nos ocurra que usar alguna de esas dos líneas a mi me resulta complicado de mantener.
      Es moderadamente sencillo si hablamos de, por ejemplo, unas pochas con almejas (maridaje por afinidad es lo habitual) o un plato con el foie como protagonista (maridaje por contraste es lo habitual). Pero ¿y con los platos con un número de ingredientes, texturas y sabores diametralmente opuestos? Desde mi punto de vista ahí es donde los sumilleres se baten el cobre para encontrar los maridajes más adecuados y han de hacerlo en líneas notablemente diferentes de las citadas. Al fin y al cabo si la cocina abre nuevas vías el vino no debiera mantenerse en las ya sabidas.

      Y ahora, hablando de mi libro, estoy dejando de acogerme a sagrado con los maridajes de los menús. En líneas generales han sido satisfactorios, pero me resulta demasiado vino. Pero que demasiadodemasiadodemasiadodemasiado vino para ingerir. Llega un punto en el que tanto por el número de platos como por el de vinos ya no me supone un disfrute (otra de las razones por las que dejé de tener interés alguno en catar vino). A día de hoy les pido que acompañen el menú con un máximo de tres vinos. Hablamos de mis gustos de qué tienen y ooooooooye, hasta el momento los maridajes están siendo muy buenos y la comida y la bebienda me sientan infinitamente mejor.

      Saludos,

      Jose

      • Así es Jose, hay maridajes más complejos que otros y ahí, como bien dices, es cuando el sumiller debe dar la talla. Como apunto en el post, el maridaje supone ” la oportunidad que un profesional solvente que conoce perfectamente por una parte el plato y por otra los vinos, te ofrezca la armonía adecuada.”

        Cuando visité DiverXO pedí primero una cerveza y seguidamente el champagne L’Astre 2011 de David Léclepart. Un blanc de noirs repleto de personalidad al igual que la comida de DiverXO. A lo largo del menú nos ofrecieron maridar algunos platos sueltos con algunos vinos extra, a lo que accedimos gustosamente.

        Y hablando de mí libro 😉 disfruto tanto con el vino que me es imposible acompañar un largo menú degustación con sólo tres copas de vino.

        Un saludo

        • Yo en este punto tengo sentimientos encontrados.
          Por un lado me gusta probar muchas cosas, pero por otro me parece desmedido catar 15 vinos en una cena. Estoy seguro que el 90% de los que lo hacemos, incluido yo, el vino 7 ya no tenemos la capacidad de disfutarlo y apreciarlo en la totalidad de sus registros como el vino 1.
          Y el vino 15. bueno no, ese suele ser dulce, pero el vino 12, no saben ni lo que han tomao.
          Y no hablo de que se llegue a ese punto beodo, no, sino de que se llega obturado y saturado, las papilas y la nariz no dan para tanto y no lo aprecian como toca. Ojo, digo la mayoría, tú seguro que estás en la minoría, pero pocos más…
          Percibo en este aspecto mucho pichalarguismo, exhibicionismo y nuevoriquismo
          😉

          • No soy tan “ironman” del vino cómo crees… Más bien muy mundano y a partir del sexto, séptimo, octavo (depende del día) ya… Pero, a pesar de todo, sigo disfrutando del momento acompañando la comida, aunque no aprecie el vino en su totalidad y todavía menos lo recuerde 😉

        • Y ¿no os parece que el asunto vínico sigue por detrás de los demás elementos socioculturales relacionados con la gastronomía? La cocina ya ha tenido unos cuantos saltos significativos y, en algunos casos, revolucionarios. Sin embargo, y en mi opinión, el vino sigue tocando la flauta ajena a la corriente de (r)evolución. Perdió el tren de la cocina y no veo el asunto como para que sea capaz, por sí mismo, de generar una propia.¿Cómo lo veis vosotros?

          Saludos,

          Jose

          • No me he puesto tan sesudo, pero tal vez tengas razón. Aunque he de decirte que últimamente los vinos que más me gustan se elaboran con los medios y métodos más arcaicos…

            • No pensaba en la elaboración del vino, si no en su puesta en escena, servicio y matrimoño con los platos en cocina y sala 🙂

              Saludos,

              Jose

              • Ahí está claro, todo el mundo está de acuerdo que la revolución que falta por venir en el mundo gastronómico es en la sala. Pero a pocos les veo poner el germen para gestarla.

                • … lo cierto que no he visto a nadie hacerlo. Todo lo más a David Muñoz y sin éxito.

                  Saludos,

                  Jose

              • Hola @jose
                Más que el vino, que es lo que es y para que lo siga siendo no se puede variar su esencia, creo que lo que ha quedado atrás es algo más amplio: el mundo de las bebidas. Hace 50 años creo que había más juego, más diversidad que ahora, sobre todo en el mundo de la coctelería.
                En lo maridajes de vinos sí que considero que ha habido una gran evolución, no creo que hace 50 años maridaran un menú de 15 platos con 15 vinos incluyendo maridajes por contraste, por afinidad, geográficos…. bueno. de lo que habla @joseruiz
                Quizás falte inventar bebidas que armonicen con las comidas de modo distinto al vino, que puedan tener otra puesta en escena.
                Veo en algún sitio maridajes con cervezas (alguno he disfrutado muy interesante), se comienzan a hacer con zumos, veo que se inventa el rebujito, el cream con naranja… este verano tomé en Oporto un coctel hecho en nuestra presencia diseñado para los aperitivos… Pero no sé, creo que estamos algo encorsetados, sí.
                Y que conste que yo, vino, vino y vino.
                Pero como preguntas…. 😉

                • Y te agradezco la respuesta 🙂

                  Con el resto de bebidas no puedo decir gran cosa. No tengo ni el conocimiento mínimo acerca de su diversidad.

                  No obstante, y en lo que respecta al vino, pensemos que ahora todo se ha “”””democratizado””” , es decir, nunca antes tantas personas podían acceder a tantos bienes, incluyendo bebida y comida. Hace tiempo, apenas dos generaciones, sólo la burguesía podía hacerlo. ¿No había entonces menues pantagruélicos acompañados de chorrocientos vinos? Por lo leído hasta la fecha parece que sí. Menús larguísimos y anchísimos y montones de botellas. Desde Champagne a Jerez, vuelta por Canarias, Madeira, Burdeos, Borgoña y Alsacia.
                  Y aun más atrás en las cortes francesas y rusa y toda clase de realeza oligárca era algo moderadamente común.
                  Eso sí, el proletariado iba más por la vía del sobrevivir y ahora, afortunadamente, hasta podemos hablar de estas cosas.

                  Saludos,

                  Jose

                • Son varios los restaurantes que están intentando ofrecer maridajes sin alcohol. Ismael de Nerua, Paquita de Riff, incluso la mediática Meritxell Falgueras escribió el libro ¿Qué beber cuándo no bebes? cuando estaba embarazada.

      • Yo no le presto atención ninguna al maridaje, pareja de hecho o ayuntamiento carnal. Ni en los restaurantes ni por supuesto en casa. Tengo una serie de estilos de vino que caso con unas u otras cosas (al final el 90% de lo que bebo responde a 4,5 estilos de vino). Y en casa tampoco como tantas cosas distintas:

        – Pizza, platos sencillos o picoteo informal: tinto goloso y fresco, de los que yo llamo vinos de pizza, que puede ser un beaujolais, un tinto mediterráneo fresco, tintos canarios, juras, etc.
        – Guisos con o de carne, incluyendo pastas y arroces: tintos algo más potentes y serios, ródanos, borgoñas, riojas de la tercera ola, tintos gallegos.
        – Comida picante estilo mexicana: tintos tánicos y con acidez.
        – Comida picante estilo asiática: blancos con azúcar residual.
        – Pescado: blancos, dependiendo del estado de ánimo o tintos muy ligeros.
        – Carne: no suelo comer vacuno, pero tintos algo más profundos: burdeos, rioja, gallegos más potentes…

        Sobre los maridajes, como ya he comentado, ya no me gusta salvo excepciones pedir por copas, la oferta suele ser menor y los precios mayores. Prefiero disfrutar de una botella tranquilamente.

    • Ayer me acordé de ti, @joseruiz. Mira qué maridaje acidófilo (parte líquida del mismo):

      https://www.gaudaru.com/wp-content/uploads/2019/09/Maridaje-La-Salita-27.09.2019.jpg

      • ¡Qué bueno! Una selección muy chula, seguro que disfrutaste un montón @aurelio
        Además haciendo hincapié en la bodega Forjas del Salnés, 5 vinos de 14. En mi opinión el tándem Raúl Pérez y Rodri Méndez elaboran algunos de los vinos más interesantes de ese país. Por cierto me interesa tu opinión ¿qué tal el María Luisa Lázaro? Imagino que sería el 2013. Tengo una botella y me gustaría saber si está ya en un buen momento.

    • Muchas felicidades por este excelente post Aurelio y todos los que comentaron, siempre se aprende y disfruta al leerlos, y dan ganas de experimentar !!!

      Les mando un fuerte abrazo desde Mexico a todos los Gaudarus !!!

  • Oye… @Aurelio cuenta el chiste, venga. Si has empezado debes acabarlo.

  • Coooooorrecto. Ese es el  concepto.

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