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Un gran turrón o chocolate, como prefieras llamarlo.
Yo lo compré como chocolate, y lo hice además en Belchite (Zaragoza) en la almazara Molino Alfonso, donde fuimos a hacernos con un alijo de aceites de empeltre, lo vimos en el aparador, nos hizo gracia y lo pillamos. Pero al buscar información, veo que los de Puyet lo meten en la categoría de “turrones trufados”. O sea, que para los hacedores, es un turrón de chocolate relleno. Estos de Puyet hacen mil tipos de chocolates y turrones, hay que ver, se trata de una pastelería local pero que debe vender por un tubo. Una muestra más de que los de Graus (Huesca) están tocados por la varita mágica de la gastronomía.
Se trata de un chocolate que, de no haberlo sabido, nunca hubiera dicho que está relleno de bombón de aceite de oliva. Lo único que lo delata es la suavidad interna, un relleno de gran delicadeza y sutileza, acariciante, puntillo untuoso, que contrasta con la cobertura, delgadita, de chocolate crunch, cuya textura me recuerda a estas tabletas de turrón artesanales de antaño para hacer chocolate a la taza, que tenían algo como de terrosas.
Un turrón muy fino.
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