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Comenzaré usando palabras ajenas. “Conozco un sitio qué… “ y “(…) cocina gallega, absolutamente local, ligeramente actualizada.” Ambas frases extraídas del artículo de Jorge Guitián, para Traveler, y por el que re-apunté este lugar ( https://www.traveler.es/gastronomia/articulos/a-parada-das-bestas-galicia-hotel-restaurante-tipico/21493 ). Otra frase: “Parabems, parabems. ¡ Qué lugar ! “ Esta frase las pronunciaba un cliente, mientras descansaba en uno de los sofas exteriores y disfrutaba de la caída del sol cómodamente entre pajarillos. Y es que este lugar, cercano al Camino de Santiago, es un absoluto paraíso. Un lugar del que, al poco tiempo de llegar, ya no quieres irte. Pero este apartado trata del asunto del comer, de modo que de él hablaré, y no del (paradisiaco) alojamiento.
Esa primera frase de “Conozco un sitio qué…” orienta, quizá, el tipo de clientela del comedor a medio día. Así como las noches el asunto parece más de peregrinaje, a medio día lo parece de paisanaje.
Sala luminosa, cálida, confortable; como todo allí. Carta de longitud razonable y con sentido. Sentido en su longitud, sentido en su contenido, sentido local y temporada. Apetecían bastantes de los platos que había, pero había que elegir con el mejor tino posible. Amos con xarda en escabeche/marinada. Llegó el pececillo cortado a modo de sashimi; limpio, impoluto, y profusamente decorado con florecillas (creo que de ajo). Un plato bello, fresco y apetecible.
Tenía el día marino, y de principal opté por bonito de burela con una suerte de fondo de tomate braseado. Esplendorosos pedazos de bonito, que tal y como les comenté a ellos eran una alegría, ya que en un momento en que la cocina se llena de pescado crudo, o todo lo más tatakis, o pescado cocinado pasado de punto, el encontrar un pescado cocinado en un punto tan precioso (sic) es siempre motivo de alegría y disfrute.
Hago una pausa en el relato para reseñar que el tamaño de las raciones siguen el estándar gallego. ¡ Sin miserias ! ?
Sigo. Hay varios postres, pero habiendo queso yo me quedo ciego frente al dulce y voy de cabeza a ellos. Aquí sí me resultó algo escaso el asunto, en variedad y/o cantidad: Azúl y ceniza de Airas Moniz y otro queso de media curación muy agradable y cuyo nombre no recuerdo.
Como ese día no iba a conducir si bebí algo de vino ( 3 EUR / copa). Una de un godello razonable y cuyo productor no conseguí averiguar y otro, creo que, Rias Baixas, del que averigüé todo y no recuerdo nada, si bien me resultó bien disfrutable. Tienen carta de vinos, claro y sí, pero como fui directo al asunto de “por copas” pues el asunto nos llevó a que más o menos dices qué te apete y con eso ya vemos si tienen algo abierto. Si no es así no tienen ningún problema en abrir alguna botella que tenga el perfil de lo que les estás pidiendo. Vaya, que te facilitan el asunto de mil amores.
Todo este asunto, con agua, pan y café de pota, fueron a unos gozosos 63 EUR
Nota: Para cenar la carta es significativamente más corta. Un par de entrantes e idem principales. Recordemos el cambio de contexto de las personas que hacen uso a medio día del que lo hace por la noche. Esa noche cené unos solventes pimientos rellenos con una copa de amigable tinto de la zona. Al día siguiente tocaba madrugar como si fuera peregrino (¡je!) en busca de otros verdes, y otros mares.
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Apúntolo! Pero este para el año que viene, que toca por allá.
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Si también es por el alojamiento apunta también Entre os Ríos, en Pobra do Caramiñal, con bodega incorporada ^__^ y otro lugar paradisiaco.
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