Ubicación: Rue des Pâquis 20
Ginebra Suiza
Código Postal: 1201
Teléfono: 41227328330
Horario: Abre todos los días de la semana
Menciones:
Tipo de cocina: Tradicional y Otra
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Web: https://www.aubergedesaviese.com/es/
Precio estimado: 70,00€
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Puessssss, no te creas que me resultó nada simpática Ginebra. Parecía más una gran metrópoli francesa que una ciudad suiza que no llega a 200.000 habitantes. Zúrich tiene más del doble, y sin embargo conserva esa atmósfera tan “suiza”, limpia, elegantona, tranquila, confortable, con esa sensación de seguridad… O qué decir de Lausana, Berna, si bien es cierto con menos habitantes, y no te digo Lucerna, vamos, es que no hay comparación.
Llegamos a comer, una vez más con nuestra endémica falta de previsión, sin nada ni reservado ni mirado por tanto, y nos apeteció una fondue. Pensamos, “si en Zúrich tomamos una raclette, en Ginebra, una fondue”. Y googleando, nos decidimos por este Auberge de Savièse, que está especializado en estas delicias queseras.
Había sitio, así que para allá nos dirigimos con singular alegría. Si ya nos había resultado algo “inquietante” el ambiente cuando llegamos con el coche, y peor aún la zona del hotel (zona Estación), ni te cuento lo desagradable de los 15 minutos de paseíto entre en hotel y el restaurante, vamos, que cruzamos por todo el “barrio caliente” como lo denominó un camarero cuando le contamos a posteriori, vaya cuadros, qué mal rollito oye, parecía eso el barrio chino de Barcelona de los años 80.
Una vez salvado el tema, llegar a Auberge de Savièse, aunque está pegadito al citado barrio, fue como entrar en un oasis, un establecimiento con esa imagen tan swiss, con sus simpáticas banderitas rojas con la cruz blanca, tooodo de madera cual refugio alpino, una agradable terracita, flores… ¡Salvados!
Comenzamos en la terraza, pero en un lateral en el que corría un biruji traicionero (“un airecico fulero”, como decía mi madre) así que pasamos al confortable salón, y qué bien.
La carta recoge las típicas especialidades suizas, con particular atención a las fondues, ya sean de queso, de carne, de chocolate…
Tomamos:
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• Filetes de perca meunière
• Fondue moitié-moitié
• Copa de helado
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La verdad es que comimos muy a gusto.
Los filetes de perca meunière estaban riquísimos, era como una versión suiza y fluvial de los pescaítos andaluces. Debía tratarse de tratarse de “perquitas” y sus lomitos estaban cocinados a la meunière (con una fritura en mantequilla tostada y limón, como curiosidad, en francés “meunière” quiere decir “mujer del molinero” o “molinera”, haciendo referencia al uso de la harina en el rebozado).
Y la fondue, pues un espectáculo, estaba deliciosa, se trataba de la clásica fondue moitié-moitié, que quiere decir “mitad-mitad”, la mitad de queso Gruyère AOP de leche cruda, y la otra mitad de Vacherin Fribourgeois AOP. La consumimos tal como nos aconsejó el camarero, metiendo con el pincho el trozo de pan y dándole vueltas y vueltas, empleándonos para que éste se impregnara bien del queso fundido y llevara mucha cantidad del mismo cada “ganchada”, pues en palabras del camarero, si no hacíamos eso, nos íbamos a llenar de pan y no nos íbamos a terminar la fondue, que es lo quien les pasaba a todos los guiris. Nos la terminamos, costó, pero cayó, y luego no resultó nada indigesta además.
En cuanto a tema vinos, pues oye, tenían mejor carta de lo que parecía, prácticamente todas de los diferentes cantones suizos, y alguna francesa. Nosotros, a Suiza, y siendo coherentes con nuestros principios de “km 0 enológico”, a Ginebra concretamente:
-Domaine du Centaure Minotaure Pinot Blanc 2022 (Genève – Dardagny AOC)
-Domaine Le Prieuré Pinot noir 2021 (Genève – Satigny AOC)
Agradables ambos, servidos a buena temperatura y en copas correctas.
El servicio, muy majos en general, gente con oficio y paciencia, entre ellos destacaba un enjuto español, ya talludito, murciano para más señas, que era una alegría de hombre, qué tipo más sonriente y afable.
Oye, pues un lugar así como algo turistoide y tal, y barato no es, qué pensabas, esto es Suiza amigo, pero que yo recomendaría sin miedo para tomar una fondue, eso sí, evitando pasar por el “barrio caliente” tanto a la ida como a la vuelta.
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