Ubicación: Av. de Zaragoza, 12
Albalate del Arzobispo (Teruel)
España
Código Postal: 44540
Teléfono: 978812495
Horario: Cierra lunes
Menciones: Recomendado Repsol
Tipo de cocina: De mercado
Te puede interesar: Con terraza
Web: http://www.restauranteavenida.es/
Precio estimado: 80,00€
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Cuando preguntas a gente que pilota por un buen sitio donde comer por la comarca del Bajo Martín, la respuesta es unánime: “En el Avenida y poco más”
Los Alegres Huerfanitos, en nuestro encuentro anual turolense, además de “pelear” ? muy duro, pudimos comprobar que la primera parte de esa afirmación es rigurosamente cierta (en el Avenida se come bien), y la segunda no del todo (también se come bien en La Maravilla de Urrea de Gaén).
Efusivos saludos, check-in y… tras doscientas o trescientas cervezas, a cenar a el Bar Restaurante Avenida, en Albalate del Arzobispo, capital del Bajo Martín.
Se trata de un local con barra y terraza, cuyo interior es el propio de un bar venido a más, humilde, aunque bien puesto y cuidado, eso sí, pero poco espacio, mesas pequeñas y muy juntas… (luego me he enterado que tienen otra sala mucho mejor dotada, la de restaurante, me pregunto por qué no nos llevaron ahí en lugar de colocarnos en una mesa del bar).
Nosotros habíamos avisado previamente al reservar (así nos lo recomendaron fuentes fidedignas), que nos hicieran “cositas especiales”, que nos preparan algún menú guapo. Y mientras las mesas que nos rodeaban se tomaban unas raciones, bocatas u otras cosas, con la tele retrasmitiendo un partido de fútbol, en alborozada mezcolanza nosotros nos metíamos entre pecho y espalda un refinado menú-degustación de padre y muy señor mío. Tal que este:
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• Paulita
• Empanadilla de morcilla de Burgos con salsa de pacharán
• Tartar de atún rojo con melocotón
• Pincho de huevo trufado
• Cremita de puerros con vieiras
• Bacalao con foie fresco y confitura de melocotón
• Kokotxas de bacalao al pil pil con almejas
• Cochinillo crujiente con puré de manzana y chips de boniato
• Bola blanca, jugo de fresa y coco
• Coulant de chocolate
• Tarta horneada de queso
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Algún plato puede no corresponder al literal, ya que no nos dieron la comanda y no han contestado a un mail que les envié pidiéndosela, así que los he ido extrayendo de mi memoria, mis fotos y las referencias de la carta que tienen en su web, en la que no constan varios de los que tomamos.
Mu pero que mu bien cenamos, oye, la verdad es que no nos esperábamos esa altura gastronómica en esos lares y en ese entorno.
Una cocinera de muchos quilates, intuitiva, que desarrolla una cocina actualizada de producto. Nada sorprendente ni disruptivo, pero muy buen género y todo sabroso, bien combinado y ejecutado con técnica e imaginación.
Además, el menú que concibieron para nosotros estaba realmente bien compensando y secuenciado. Por ahí desfilaron la paulita, la empanadilla, el tarta de atún, el huevo trufado, las vieiras, el bacalao, las kokotxas, el cochinillo… y los tres postres. Toma tiza, Gorostiza.
La estrella de la noche para mí fue sin duda el lomo de bacalao, de excelente calidad, al que pusieron a bailar con foie fresco y pimientos verdes, sobre una confitura de melocotón. Platazo, plas plas plas. Nunca había probado la combinación del bacalao con el foie fresco, me pareció muy acertado ese juego de sabores y texturas, con el dulce puntazo de ese guiño al producto aragonés en forma de confitura de melocotón, el icónico melocotón del bajo Aragón.
Tema vinos… flojete, tienen aquí un claro punto de mejora, con esa estupenda cocina no pueden tener esa raquítica bodega (entiendo la dificultad de tener mucho más dada la poca demanda existente, pero no tanta descompensación, y qué menos que presentar al cliente una mínima carta de vinos). Muy poca variedad, como digo no tenían carta, te cantaban las pocas referencias, pero aún rascamos de ahí un correcto chardonnay del Somontano, y una gran garnachaza aragonesa de cerca de Albalate, de Lécera, Bodegas Témpore: Generación 20 2018.
El servicio familiar, profesional, simpático… un placer ser atendido por ellos. Decía familiar… y tan familiar: la madre -la estrella- en la cocina, el padre, de capo de la sala, el yerno -la cara comercial- patrullando la sala y “vendiendo” muy bien a sus suegros, y la hija, de controller… ¡Buena fórmula!
El precio es lo que nos chirrió un poco. 80€ son muchos euros, con ellos puedes cenar en buenos restaurantes de grandes ciudades con impecables instalaciones. Esperábamos menos, la verdad, aunque bien es cierto que luego, al ver la cuenta, los precios de cada plato, y recordar la calidad de los mismos, ya nos pareció menos caro. Y si nos hubieran acomodado en la sala, en lugar de en pleno bar, seguro que todavía nos hubiera parecido menos caro.
Venga, cerramos con la pregunta del millón: ¿volvería? Por supuesto que sí, sin duda alguna, pero… a la sala del restaurante. Y al bar, también volvería, por supuesto que sí, sin duda alguna también, pero… a tomar raciones y bocatas.
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