Ubicación: Av. Hispanidad, 43
Valderrobres (Teruel)
España
Código Postal: 44580
Teléfono: 978890349
Horario: Cierra lunes, martes y miércoles. Noches sólo viernes y sábados.
Menciones: Recomendado Repsol
Tipo de cocina: Actualizada y De mercado
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Web: https://www.baudiliorestaurante.com/
Precio estimado: 70,00€
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Bueno, pues esta fue la primera etapa de la nosécuantitosmil quedada de “Los Alegres Huerfanitos”, siempre en Aragón, siempre en Teruel, cuna de nuestros ancestros maternos.
Cada año visitamos una comarca distinta de Teruel, este año lo de “nueva” ya no era posible, porque el 2023 cerramos el círculo, así que volvimos a abrirlo y comenzamos por el mismo sitio que la primera vez: el Matarraña, zona en la que pasamos muchos veranos de nuestra infancia, largos e inolvidables. Tras consultar fuentes fidedignas y consensuarlo con mis brodels, decidimos cenar el primer día en Baudilio (Valderrobres), comer al día siguiente en La Fábrica de Solfa (Beceite) y esa noche cenar de pinchos por Valderrobres, que es donde nos alojábamos.
Baudilio, está en la zona menos agraciada (incluso fea, al otro lado del puente y alejado de él) de Valderrobres, uno de esos pueblos que siempre salen en las selecciones de pueblos más bonitos de España. Si bien la zona es como comentamos, el edifico en el que está el restaurante es precioso, totalmente rehabilitado y con la fachada de piedra del lugar en su gran parte, con algún detalle de ladrillo mudéjar. El restaurante lo ocupa por entero, son dos plantas, abajo el restaurante “al detal” y arriba como más para celebraciones, o cuando se llena abajo. Arriba es una gran sala abuhardillada, divina, con la misma piedra de la fachada. Ese día estaba cerrada, poca afluencia, un viernes de los inicios de mayo, por lo que nos ubicaron a los comensales de las tres mesas que esa noche teníamos reserva abajo, en la planta calle, una planta igual de grande pero ocupada casi la mitad de ella por una gran cocina acristalada, quedando de ese modo una sala más recogida, cálida, con el frío de la piedra atemperado por alegres cuadros, por un separador tipo biblioteca y por la propia cocina vista.
Es propiedad de Fabiana Arévalo, una chef argentina formada en España que, antes de montar su propio negocio, trabajó en varios buenos restaurantes, como por ejemplo el del exclusivo hotel rural Torre del Visco. Comenzó con un asador ya en Valderrobres, y tras 5 años en él montó en 2019 este restaurante gastronómico que nos ocupa, Baudilio restaurante por Fabiana Arévalo.
Tomamos el menú degustación, que esa noche consistía en:
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• Aperitivos de bienvenida
• Escalivada con sardina ahumada
• Espárragos, habas y guisantes a la menta y mostaza con espuma de huevo
• Suave curry de merluza y gamba con velo de arroz
• Lomo bajo de ternera con su guarnición
• Nuestra interpretación de la tarta de queso
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Pudimos comprobar que Fabiana desarrolla una meritoria cocina de mercado actualizada con comedidos toques creativos. Y mucha técnica, técnica que no ves porque la destina a ensalzar el producto. Tienen emplatados muy limpios y plásticos (me recordó alguno a la gran Begoña Rodrigo).
Cenamos muy bien, ciertamente, degustamos platos muy puros, bien combinados, con aportes de toques sutiles de especias y salsas. Una cocina amable, suave, elegante. Quizás eché de menos algo más de punch en alguno de ellos.
Cuando tocaba el último plato salado, nos preguntó Fabiana por el punto de la carne, a lo que le contestamos que siendo ella argentina, que qué le íbamos a decir, que como se tomara en Argentina, a lo que nos contestó socarronamente (se nota que lleva ya años en Aragón, jeje) que si la queríamos entonces achicharrada. ¡Nooooo, para, para, al “punto menos” los tres entonces, oye!, le contestamos.
Buena carta de vinos, sobre todo en lo que respecta a las referencias de la comarca, que es a donde tiramos, claro, “nusaltres semos así” (¿esto pasaría por chapurriau, el simpático dialecto de la zona?). Tomamos primero un blanco estupendo, Entre Dos Aguas 2021, de Taberner Amado, Nonaspe, IGP Bajo Aragón, una garnacha blanca con 6 meses de barrica con mucho duende e ideal para los pases iniciales de este tipo de cocina. Cuando la cosa se ponía seria pasamos a un tinto resultón llamado 100 2022 de Venta D’Aubert, Cretas (Matarraña) y finalizamos con otra copa de tinto, este ya más serio, un buen, buen tinto, La Clota Paraje Excepcional 2022, de Bodega Mas de Torubio, Cretas, Vino de Parcela (Matarraña), un curioso coupage de garnacha peluda, merlot y cabernet sauvignon, con fermentación por separado y posterior corta crianza en barricas de roble.
El servicio, aunque bien es cierto que majísimo, no estuvo ni de cerca a la altura de la cocina. Nos contó luego Fabiana los grandes problemas que tiene con este tema. Esa noche teníamos a una encantadora y jovencísima camarera en prácticas, muy muy verde la pobrecilla, y a la propia Fabiana que salía de vez en cuando algo atropellada para reforzar y cantar ella personalmente algún plato.
Sin duda repetiremos, y más con lo que sucedió como una hora después de salir del restaurante: Estábamos tomando una copa tranquilamente en una terraza de una callecilla del casco histórico, cuando paró un coche a la altura de nuestra mesa, bajó la ventanilla y apareció la cara de Fabiana, que nos andaba buscando como loca por el pueblo porque en lugar de tres copas del último vino nos había cobrado la botella entera por error… ¡qué grande, qué detallazo! Se lo dejamos de propina, claro, y además eso nos empujará, como decía, a volver y con singular alegría. Esas cosas nos “llegan” mucho a los tres huerfanitos, culpa sin duda de nuestra noble madre alcorisana.
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