Ubicación: Avinguda de l'Ajuntament, 59
Sanet i Negrals (Alicante/Alacant)
España
Código Postal: 3769
Teléfono: 685131534
Horario:
Menciones:
Tipo de cocina:
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Web:
Precio estimado: 20,00€
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Nacho Bielsa es un joven de Ondara que inició su andadura como cocinero en el bar de la plaza en la cercana localidad de Benimeli. Se confiesa autodidacta y, desde sus comienzos, se caracterizó por la reinterpretación muy personal del recetario de tapas tradicionales de nuestra comarca. Hace unos tres años aproximadamente dejó ese local de propiedad municipal para mudarse a la vecina población de Sanet cogiendo las riendas de un local con solera en el pueblo (el antiguo bar Carpi) y con muchas más prestaciones que el anterior. La decoración es sencilla y sin pretensión alguna, al estilo de bar-restaurante que podemos encontrar en muchos pueblos valencianos: zona de bar a la entrada con algunas mesas, salón comedor al fondo y una amplia terraza en la que fuimos alojados y en la que se respetan sobradamente las medidas de seguridad e higiene impuestas por las autoridades sanitarias como consecuencia de la propagación de la COVID19.
Carta pensada para compartir, costumbre que tanto gusta por estos lares. Se aconseja pedir platos y colocarlos al centro. Raciones ideales para compartir entre tres/cuatro comensales. Así lo hicimos y nuestra comanda (extraída de la carta que se puede consultar con el teléfono móvil a través el código QR) fue ésta:
– Carpaccio de tomaca amb capellà, anxoves i corfolls de ceba: Como base del plato un tomate de buena calidad cortado en finísimas rodajas sobre el que descansan los tropezones del capellán (bacaladilla seca), los taquitos de anchoa y “els corfolls” (lascas de cebolla asada a la brasa), todo ello regado por un excelente AOVE. Delicioso.
– Berenjena a la llama, crema de turrón y queso de cabra a la llama: Nos piden que mezclemos todos los elementos antes de servirnos y así lo hacemos. El resultado es una argamasa de aspecto cuestionable, pero con un resultado excelente en el paladar: los ahumados del vegetal en combinación con los torrefactos de la almendra y la acidez del queso dan como resultado un plato contundente pero muy rico.
– Revuelto de “bolets” y foie: Un plato clásico que no puede fallar si el producto seleccionado reúne unos mínimos de calidad. Y aquí sí los tiene. Buenas setas y buen hígado. El punto de cocción del revuelto el que éste exige.
– Sepia con su melsa y “picaeta”: Tapa (o ración) típica de La Marina. El cefalópodo se cocina a la plancha y se riega con el archirrecurrido majado de frutos secos, ajo y perejil. Aquí se usa con mesura y, además, se añade la melsa del animal al cocinado (el bazo) lo que le da mayor personalidad y melosidad.
– Cuscús de pulpo: Es habitual cocinar cuscús en los hogares de la Marina por dos motivos: la influencia imborrable de la cultura árabe en estas tierras (los moriscos no fueron expulsados hasta el 1609) y, mucho más reciente, el éxodo de muchas familias de emigrantes a Francia durante los años 50/60 donde hay costumbre de prepara este guiso. En Ca Natxo se sustituye la carne por pulpo mientras que se mantienen la sémola como base del plato y las verduras como acompañamiento (zanahoria, calabacín, garbanzos…). Un plato más de invierno.
– Rabo de vaca al estilo thai: si bien la cocción de la carne es sobresaliente con un resultado extremadamente tierno, echamos en falta trazos más marcados de esa inspiración thai que reza el enunciado. Ricos los pistachos garrapiñados que coronan el plato.
– Esponja de zanahoria, chocolate sal y pimienta sobre una sopa de chocolate blanco al curri: si en el plato anterior echábamos de menos algo de atrevimiento y riesgo, este primer postre es un derroche de arrojo y provocación. A medio camino entre lo dulce y lo salado despierta debate en la mesa, cosa que siempre es de agradecer ante lo anodina que puede resultar la comida en muchos otros lugares.
– Nuestra versión del crumble de manzana: Otra muestra de frescura y atrevimiento. Postre que sigue huyendo de lo goloso y facilón. Ácido, refrescante y, hasta cierto punto, provocador. Muy chulo.
Por la configuración de la mesa y las altas temperaturas del riguroso mes de julio, en esta ocasión no hubo vino. Tomamos abundante agua, cervezas y algún que otro tinto de verano. Servicio muy amable por parte del personal y una RCP extraordinaria atendiendo lo interesante de la carta y el trabajo que algunas de las preparaciones requieren.
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