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Qué bien este lugar. ¡¡ Qué rebien este lugar !! Que vas a propósito, o te has perdido, porque no está al paso. Pero oye, dentro de estar en el asunto de valles mineros está apenas a 10 minutines de la autovía. Y merece la pena la parada, el desvío y (casi) hasta el viaje.
Que se me complicó la salida ese día, por los últimos coletazos de una DANA. Y en fin, que a medio día vi claro que no iba a llegar a tiempo a la reserva. Paré en la primera área de descanso que pude y les llamé para disculparme y ver si se podía retrasar la reserva. No sólo no pusieron ningún problema, si no que insistieron en que fuera tranquilo, que condujera sin correr, que me esperarían para darme de comer. Sólo por eso es que ya me tenían ganado.
Y ahí que llegué. Si no vas ahí porque ahí vas, igual no paras. Desde fuera un pequeño bar en el pueblo con terraza. Más amplio de lo que parece una vez dentro. Sala amplia, mobiliario tradicional, barra clásica. Un señor mayor (más que yo, quiero decir) comiendo tranquilín en una esquina. Otro par arreglando el mundo en la barra, y ya.
Se disculpan porque la carta ese día era igual que la del día anterior. No se preocupen, que ayer no vine y seguro que es igualmente estupenda, contesté. Y lo es. Carta impresa en un folio. Sencilla. Corto y al pie… pero no es corta. Que gustosamente me habría pedido la carta entera porque todo tenía un aspecto estupendo. Nombres de agarrarte el apetito.
Enga, amos con algo sencillo. Mientras decido (y mira que decido rápido) llega la cerve sin alcohol (hay que conducir otro trecho todavía) y unas agradables aceitunas. Ale, decidido. Y ya habiendo decidido, en lo que llega el primero, traen una croqueta, porque ya que estás aquí no te vas a ir sin probarlas, me dicen. Y una croquetina bien rica. De las cremosas-cremosas.
Arrancamos pues con ensaladilla de pixín. Y son tan majos que me dijeron que mejor pidiera media… Ea, media fue. Y flipa. Porque una ratín después llega una ensaladilla bien bonita de presentación. Nada de esas ensaladillas que parece que las han tirado desde el avión. Nop. Esta ensaladilla viene bien bonita, con su capuchina para darle ese toquecín tan majo que la capuchina da; chorrito de rico aceite y un toque ahumado. Jolín que rica esta ensaladilla. Quizá un poquito alta de sal para mi gusto, que soy un sosaína, pero que me comería ahora mismo otra media.
Seguimos con ventresca de bonito. Que me explicaban que ese día habían decidido hacerla con mollejas, si me gustaba, que si no me gustaban pues sin ellas y tan felices. Y a mi me gusta todo, así que todos felicérrimos. Y ahí que llego una ventresca en un punto extraordinario. Se deslizaban las láminas bajo el tenedor. Y las mollejas crujientes y aun así con una salsita de guiso como para mojar un rato largo. Otro plato que me volvería a comer ahora mismito y mientras os lo narro.
Claro, ya metido en feliz faena vamos con los postres. Arroz con leche, ¡ qué menos ! Y bien rico. Cremoso y entero. Ese estado de la materia arrocil tan difícil de conseguir, y quemadete por encima.
Ah, el pan. Es de la panadería del pueblo. ¡ Y muy bien eh ! Un pan bien prestoso.
Pues toda esta felicidad fue a 47,7 EUR. ¡¡ Id !!
Nota 1: Explicaban que decidieron darle un giro a la cocina. Hacerla un poco más cuidada, sin dejar de estar en sus raíces. Lo hacen y lo consiguen.
Nota 2: El asunto vino me habría gustado. Tienen cosas bien chulas y una sana intención. Vinos fuera del estándar de supermercado. Borgoña, vinos naturales… prestan especial atención al asunto. Lástima que no pude yo prestarle atención.
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Ventresca con mollejas! Juer, vaya mar-montaña, cómo me llama.
Pero qué iban, a un lado, debajo, encima?
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Juntas, pero no revueltas. Cada cual en su lado del plato. Amos, pienso en ambas y todavía me relamo. Las láminas del bonito saliendo suaves y jugosas. Las mollejas crujientes, con ese fondo en que mojé pan hasta que se acabo el arrebañamiento-rebañoso =^.^=
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