Ubicación: Rúa das Hortas, 1
Santiago de Compostela (Coruña, A)
España
Código Postal: 15705
Teléfono: 981558580
Horario: Cierra lunes y martes
Menciones: 1 Estrella Michelin y 1 Sol Repsol
Tipo de cocina: Creativa, De mercado, y Gallega
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Web: https://casamarcelo.net/
Precio estimado: 175,00€
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Y… tras la divertida e intensa mañana (¡ese Monte do Gozo!), la improvisada y desternillante comida en la terraza de Abastos 2.0 (que aún rematamos en otro garito con anécdotas surrealistas), la comedida siesta, la ansiada ducha, el largo paseíto por las calles de Santiago salpicado de cerves y de risas durante el cual Nacho dejó, 50 años después, de ser el tímido de la clase y Angelito, menos mal que no hacíamos nada malo (en ese momento jeje) porque se encontró a una pareja de su pueblo, llegó el fin de fiesta, el acto que cerraba el GastroCamino 2024, y que era sin duda el momentazo gastronómico estelar del mismo: la cena en Casa Marcelo.
Casa Marcelo… había estado hacía 6 años ya, con Los Restauranteros, y mi recuerdo era inmejorable. Se encuentra cerquita de la catedral, en una calle que nace en la plaza del Obradoiro, y que discurre en acusado descenso. Portal discreto, anodino, todo lo contrario que lo que te encuentras al franquear su puerta. Decoración colorida a rabiar pero que consigue un ambiente desenfadado a la par que sofisticado curiosísimo. Tiene tres espacios, una sala al uso, una barra integrada en la cocina vista, que a su vez está integrada en la sala, y una zona junto a la cocina en la que hay una mesa corrida como para 30 personas, donde se mezclan comensales de diferentes procedencias sin conocerse de nada. Ahí, ahí es donde reservé, cómo no. La mesa corrida es su elemento diferencial, catalizadora de espontáneas relaciones interculturales, genera una atmósfera “diferente”, rollo “friendly”. Es la misma mesa en la que comí hace 6 años, pero… la han bajado, antes era alta y ahora es de altura estándar. La prefería alta, propiciaba más “movimiento”.
Cuando reservas, te llega un mail con el siguiente texto:
· La Nuestra es una propuesta diferente: Una cocina de mercado basada en la sorpresa.
· No disponemos de carta: El comensal nos cede la potestad de elegir, para explorar lo mejor que nos ofrece el mercado el día de su visita.
· Nos adecuamos a las intolerancias o alergias notificadas de antemano: contamos con un espacio para estos importantes detalles en el sistema de reserva.
Para el sábado 29 de junio de 2024 el menú disponible, el Rosalía (125 €), que consta de 8 actos (más bolas extra), fue el siguiente:
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• THE COCKTAIL x Casa Marcelo
• MINESTRONE DE GUISANTES
• OSTRA Nº2 Y ‘MIGNONETTE’ DE MANZANA
• ENSALADA DE TOMATES BOMBON (*)
• GAMBITAS BLANCAS, PORTOBELLO & AVELLANA
• XARDA CON CELOFAN DE LECHUGA DE MAR
• SALMONETE Y ESPINACAS EN BULLABESA
• STEAK TARTAR DE TERNERA GALLEGA
• TERNERA BLANCA ASADA CON FRESAS (*)
• CHOCOCOCO
• ALASKA DE VIOLETA
• EL MILHOJAS Casa Marcelo
……………
(*) Estos platos se sirvieron solo sustituyendo a los susceptibles de provocar alergias; el primero sustituyendo a la ostra, y el segundo al steak tartar.
Bueno, pues pase a pase, mientras disfrutaba de cada uno de ellos, se iba acrecentando la sensación de giro radical en cuanto a la cocina que yo degusté, y que me enamoró, en mi anterior visita. Ya no queda nada de aquella innovadora y traviesa cocina fusión Galicia/Japón con guiños a Iberoamérica y que le propulsó hacia la Estrella Michelin. Pero nada de nada. Flipé, hasta llegué a preguntar si habían cambiado de dueños. No, el dueño, y chef principal, sigue siendo Marcelo Tejedor, aunque sí que es cierto que ha cambiado recientemente de jefe de cocina. Quizás sea ahí donde han decido emprender esta fuerte evolución, porque he estado leyendo y no he encontrado referencias de ello, con lo cual la citada deriva debe ser reciente y, supongo, coincide con el cambio de jefe de cocina.
¿Qué ha perdido Casa Marcelo en este tránsito? Punch, magia y personalidad. Y… ¿qué ha ganado? Sinceridad, honestidad, pureza.
¿Hacia dónde se dirige Casa Marcelo? Sigue la corriente emprendida por muchos chefs de relumbrón del litoral patrio, que buscan la perfección de sus platos a base de ingredientes de proximidad y temporada, poniendo el foco en el huerto y el mar, y lo hacen con técnica depurada, toda ella puesta al servicio del producto, huyendo de extravagancias y fusiones, usando pocos ingredientes pero aceptando sin complejos que los gregarios procedan de donde sea, siempre que puedan acompañar y resaltar al principal de cada pase, que como decimos va a ser sí o sí de la región de donde esté ubicado el restaurante.
Hoy, en Casa Marcelo, si estás un poco “placeao”, nada te sorprende, pero también nada te cansa, y, por contra… todo te deleita serenamente.
Hoy, en Casa Marcelo, no hay sexo, hay amor.
Los emplatados me parecieron top, estéticos, plásticos, elegantes, con vajillas preciosas y la disposición de los productos orientadas siempre de modo perpendicular al comensal, cual espada de Santiago apuntándote. Nos explicaron que más que un tema estético, que también, era una manera de facilitarte su consumición, para que de modo natural la cuchara o tenedor capture el producto sin necesidad de girar la muñeca o ladear el brazo. Argumento de mucha altura.
A Marcelo Tejedor no lo vimos ese día, a quien sí vimos, y mucho, fue al jefe de cocina del que hemos hablado, Luis Alonso, un joven chef gallego que no puede ser más educado y empático. Desde el minuto 1 se puso a nuestra disposición, dejó muy claro que su misión era complacernos y hacernos disfrutar, nos cambió platos sobre la marcha, preguntó, le preguntamos, respondió… Qué buen tipo. Hay un detalle que me encanta y que a mí me dice mucho, y es cuando el profesional, como es el caso de Luis Alonso, en lugar de hablar desde las alturas (él está de pie, y tú sentado), se pone de cuclillas para colocarse en el mismo plano que el comensal, en un ejercicio insuperable de empatía. Grande Luis Alfonso.
Y, te guste o no te guste el vino, la “experiencia Casa Marcelo” quedaría absolutamente incompleta y desvirtuada si no se le da su espacio a la sumillería, en concreto a ese fascinante sumiller, también recién incorporado, llamado Ramiro Fernández. Un tipo curioso, peculiar, seguro de sí mismo, que sabe muchísimo de vinos y pone todo su conocimiento para intentar satisfacer al cliente y para lograr la perfección en los maridajes con los platos que salen de cocina. Ramiro es locuaz, comunicativo, nos contaba con pasión sus dificultades para encontrar el maridaje perfecto de ciertos platos, reconocía con cierta humildad que aún lo había conseguido en alguno de ellos, y se regocijaba sorprendiéndote y haciéndote disfrutar. Un profesional como la copa de un pino, con dilatada experiencia, gran parte de ella en tierras británicas, entre otros en, ni más ni menos, que Gordon Ramsay.
Al amigo Ramiro le hicieron los ojos chiribitas, como les pasa a los buenos sumilleres, cuando le dije que nos fuera sacando por copas lo que a él le pareciera (se me olvidó añadir, culpa mía, que “sin que haya que pedir una hipoteca para pagar la cuenta luego”, así que no hubo que pedir una hipoteca, menos mal, pero los vinazos que nos sacó baratos no eran, desde luego, aunque si te gusta el vino como es mi caso, podríamos decir que tampoco caros, porque lo que desfiló costaba lo que valía, pese a que elevara la cuenta como la elevó). Se lució, se adornó sacándonos cositas y explicando los motivos de su elección, fue un placer tanto beber sus elecciones como escuchar sus explicaciones. Ahí van las propuestas del gran Ramiro, fffuá, chaval, qué bien bebimos:
– PIERRE PAILLARD LES PARCELLES DE BOUZY G.C.
– MC ORGANISTRUM 2021
– GUY AMIOT ET FILS BOURGOGNE 2021
– FLEURIE LES LABOURONS 2020
– HARSÁNYI SZAMORODNI TOKAJ 2019
– VALVERAN 20
– BY OTT ROSÉ 2022
– ARMAN DOCE
La figura de Ramiro Fernández otorga acertadamente mucho más peso a la sumillería de lo que tenía en mi anterior visita, completando maravillosamente la “experiencia Casa Marcelo”. Hacen buena pareja Luis Alonso y Ramiro Fernández, pese a ser personalidades podríamos decir que antagónicas, se percibe que hay química y respeto entre ellos. Bien, muy bien, cerrada ovación para esta pareja laboral.
Y… aquí terminaba el GastroCamino…. ¡NO! No terminaba. Como ya avisé en la primera reseña de esta serie, habrá una edición 5 “b” del GastroCamino, y volveremos a entrar en Santiago, esta vez sí, como toca, junto con el gran ausente de este tramo final, nuestro queridísimo Gonzax. Pero la 5 “a”, sí, qué pena, terminó, y lo hizo no en Santiago (recordemos que lo nuestro no es un camino, es un GastroCamino), sino en Casa Marcelo, restaurante que mereció los honores y el papel estelar que le otorgamos.
A la mañana siguiente, sólo ya, 990 km del tirón hasta casa, saliendo a las 06:30h de un Santiago desierto y lluvioso sintonizando en mi coche “Miña Terra Galega”, de Siniestro Total. Aún no me había ido de Galicia y ya la echaba de menos. El GastroCamino 2024 estaba finiquitado. Cambié de música, “Infinita tristeza” de Manu Chao. El GastroCamino 2025 acaba de comenzar. Sonreí y cambié de música, Tequila, ésta:
“Vamos a tocar un rock and roll a la plaza del pueblo
Vamos a tocar un rock and roll y nadie nos va a parar
La gente se aproxima por la calle principal
Vamos a tocar un rock and roll a la Plaza Mayor
La gente alucinada espera que comience el show
Un poco más de rollo no vendría mal
El rock está en mi cuerpo y a mí me hace vibrar
Saltar y desmadrarme, me puedo liberar
Si el rock está en tu cuerpo, salgamos a bailar”
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