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Cuando vas pro primera vez a un restaurante del que no habías oído hablar más allá de valoraciones en guías, y te encuentras un sitio como Casa Rubén, lo cierto es que lo haces tuyo, y quizás te hace perder un poco la objetividad (como siempre las expectativas), pero si además le unes el precio que pagas aquí, se te quita cualquier duda de falta de objetividad.
Teníamos pendientes esta escapada de día desde el comienzo del verano, y casualmente cancelamos, porque el sitio que tenía mirado para comer, estaba cerrado por reformas, y lo raro es que este sitio se me pasó por alto. El sitio (que también es hotel) está en un enclave impresionante, y fue una pena que entre las cuatro gotas que nos cayeron al terminar la comida, y la prisa por estar de vuelta, nos impidieron disfrutar de un cafecito en la terraza con vistas al río. A falta de saber como están las instalaciones de hospedaje, no descarto una escapada otoñal de finde completo.
El restaurante está ubicado en una pequeña bodega con forma de bóveda de cañón que le termina de aportar encanto, el servicio es relativamente lento ya que lo lleva solo una persona, por eso también, marcan los horarios para que no les lleguen todas las mesas a la vez. No dispone de carta, más allá de los vino (con únicamente referencias de los Vignerons oscenses), y se trata de únicamente un menú con un primero, un segundo y un postre a elegir. 24€ tienen la culpa.
Al ir los 4 cogimos otros tantos menús, y nos hicimos un menú degustación de los más grato. De aperitivo, nos sacaron unos salmorejos, y unas gelatinas de vermouth blanco con aceituna.
Entrantes.
2 Raciones de arroz brazal del bajo cinca con surtido de setas y alioli (aquí había que doblar por las niñas). Bien, buen punto.
Tataki de chuleta de vaca ahumada y salsa romesco. Sensacional
Gyozas de pollo (del que no guardo descripción completa). Muy rico, mejor que en la mayoría de japochinos de Zaragoza que son todos comerciales y congelados.
Principales
Saquito al horno relleno de cochín y manzana. Rico.
Pollo de corral de los Monegros en taco. Sorpresón, ya que por taco, no consideremos que fuese mexicano.
Cocochas de bacalao en salsa de almendra y azafrán del Sobrarbe. Quizás el más flojo, aunque malo no estaba.
Lingote de cordero del Sobrarbe confitado y chocolate de Benabarre. El mejor.
Postres (que no desentonaron en absoluto, y eso que a mí el dulce plin)
Sorbete de Gewurstraminer. Curioso
Cuajada de leche de oveja con miel y nueces. Brrrrrrr.
Coulant de chocolate. Normalillo, pero la niña mandaba.
Tarta de Queso, una de las mejores que he probado. No al nivel de la de Cofiño, pero no desmerecía.
Y para beber un Zinca Bin de Ric por 27€. Y encima con la que está cayendo a la restauración, aun nos invitaron a la copa de vino blanco y la cerveza de la entrada, y a los cafés y al chupito. Para un total de 123€, Creo que nunca he comido mejor por ese precio, si descontamos de nuevo a Cofiño, claro, pero es otra cosa.
Así, que día perfecto precedido por una ligerita excursión por Tella y su dolmen y ermitas románicas a 1800 mts de altura en pleno Pirineo.
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Qué guapo el entorno y qué atractiva propuesta! Lo apunto subrayado en fosforito.
P.D.: qué gracia me ha hecho lo de “cochín”, nunca lo había oído, sí “gorrín”, claro.
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Es una excursión superchula, y como es bastante corta, y óptima para hacerla con niños (con paradas en las ermitas y con una niña de 6 años nos costó hora y media o así) te permite hacerla en el día saliendo desde Zaragoza e incluso sin pegarte un madrugón.
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