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Quina meravella!!!
Tesoro oculto de la gastronomía tarragoní y me atrevería a decir que nacional.
Pero oculto, oculto, que no hay un mísero cartel o letrero anunciando que tras esa puerta en una callejuela estrecha del centro de Tarragona está el restaurante en el que has reservado.
No me voy a extender, porque ya Jose lo ha explicado mejor que lo haría yo, solo comentar que la RCP es excepcional, de hecho creo que a mí me costó más barato que a él el menú y eso que pedimos un plato extra. Yo pagué 60 euros por el menú.
Menú compuesto por los siguientes platos que describiré brevemente:
Comenzamos con unos riquísimos guisantes con un caldo superlativo (¿jamón?) y dos langostinos del Delta del Ebro. A la vez nos traen otro plato con nabo en dos texturas, gran plato con un ingrediente en apariencia sencillo.
Seguimos con un allipebre de raya. Allipebre que se va por lo ligero y elegante, en contraposición al clásico de anguila de L’Albufera.
Vamos ahora con un guiso muy invernal: marzuelos, tupinambour y trufa. Delicioso y reconfortante.
Acabamos, en teoría, con unos pinchos morunos de carne de cerdo especiada y marinada. Ricos, pero quizás lo más soso del menú. Nos preguntan si continuamos con un plato más y afirmamos, que un día es un día. E hicimos requetebien pues el pichón que nos trajeron estaba espectacular, al nivel del de Lera. Acabamos con un postre que era una especie de mezcla de panna cotta con base de arroz con leche y naranja confitada.
No tienen carta de vinos, pero nos hacemos entender bien con el chico que lleva el tema y nos presentan varias opciones. Elegimos primero una rica garnacha blanca natural de la Terra Alta: Finca la Despeinada Claviento 2023 y luego una muy buena cariñena de Celler Frisach. Un vinazo. También natural.
El monte total fueron 182 euros. Una ganga.
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Para mi es uno de los lugares más interesantes entre los que he pasado en los últimos años.
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Chico, chico, me estáis poniendo lo dientes largos… y lo tengo de Valencia a tiro piedra, no os digo ná y os anuncio tó
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Sus lo dije hace casi 1 año justo. Luego habrá colas para reservar y será todo duelos y quebrantos 😜
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Tienes toda la razón! A ver si me escapo más rápido que deprisa…
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Comienzo por el final: ¡ Id ! Merece la alegría el desvío, y el viaje yendo de propio.
Exultante juventud. Ímpetu, ganas y sentido.
Paso por la puerta tres veces. Las dos primeras no soy capaz de ubicarlo. La tercera sí lo ubico, pero me quedo con más dudas que Los Panchos. Y no será porque la puerta es pequeña, que no lo es. Es que no hay nada fuera que lo identifique en modo alguno. Me crie enfrente de un colegio de pago. Que se note: Llamo a la puerta, y me asomo como cuando entro en la consulta del médico. Uy, pues por dentro es bien grande. Me invitan a pasar, sonrientes, indico que tengo reserva y ya me sitúan en la mesa correspondiente.
Decía que local amplio; y de estructura curiosa, que voy comprendiendo en el transcurso de la comida. Dos alturas. Una inicial con dos o tres mesas para unas cuatro o cinco personas, y a una altura inferior cuatro o cinco mesas altas para un par de personas. Larga barra, en ele, y en la parte corta están en la cocina. Techos altísimos, ladrillo. ¿Aspecto industrial? Mmm… no exactamente. Miras proporciones, disposición… Anda, pues resulta que “Cup” es donde antiguamente se echaba la uva, del tirón. Eso que en otros lugares llaman “lago”. Ahora se comprende mucho mejor la distribución y tamaño del lugar. Por cierto, el “cup” se encuentra tapado con un cristal transparente que permite vislumbrarlo.
¿Para comer? Pues tienen carta, pero como no tenía ni idea de qué tipo de cocina hacen, pues vamos con el menú degustación, que en estos bretes me ayuda a comprenderlo. Me explica (Pau, que es un lujo de atención) que el menú son entre seis y ocho pases, en función de la temporada. Mira que bien, cocina de temporada. ¿Para beber? Pues agua, claro, y como no había que conducir pues también vino. Le digo más o menos mis gustos (y disgustos), que el ritmo sea de una copa cada dos o tres platos, a su criterio, y ale, al lío.
Antes de contaros con más detalle, un par de apuntes previos: Me salté un plato, porque ya no daba yo para más 08-D . Y su cocina. Me resulta llena de ímpetu, propio de su juventud ¡ afortunadamente ! E igual que tienen platos que tienen una línea más moderna y con toques afrancesados, en otros son clásicos y apegados al momento y al lugar. ¡ Y me encanta ! Adicionalmente se surten de productores locales, tanto para la cocina, como para los vinos, y te cuentan de dónde son las cosas, el nombre de la persona que lo cultiva, el horno del pan donde van a buscar el pan por la mañana (Forn Andreu ? )
… y comenzar el menú con ensalada, que se ponen a preparar en ese momento, cortando las hojas con sus manos, es de guapos. Riquísimas alcachofas con presa curada por ellos mismos, que está para comerse un quintal. La sorpresa del tonkatsu de apionabo, con una salsa afrancesada vía arreón de mostaza que le va pintiparada. Mongetes, ligadas con crema doble, y unas galeras limpias de proa a popa. Acelgas, levemente cocinadas, con piñones y salsa café de París, que también hacen ellos. Corvina con pilpil. Croquetas de tres carnes. Llega entonces el potaje de vigilia, porque era el día adecuado. Y es como si hubiera llegado tu abuela. Plato hondo, bien lleno, no te me quedes con hambre, hijo, con sabor a hogar. Llega el momento de la carne, había callos a la madrileña y rabo…. Saqué la bandera blanca. Me salté la carne, pese a que la estaba viendo salir del puchero, y tenía un aspecto de lo más apetecible, pero me rendí. Bueno, me rendí sólo un poquito. Pasé entonces a un plato de quesos, por supuesto de elaboradores cercanos, bien ricos, con membrillo que elaboran ellos y que es algo más ligero de lo habitual. Y finalmente el postre, que también estaba viendo salir del horno: Lionesa con crema de limón y merengue italiano.
Los vinos fueron tres (cuatro copas); pero habrían sido más si no me hubiera rendido también en el apartado del beber. Productores cercanos, con vidas e historias detrás, y que iban muy bien con la cocina que hacen.
Estuve algo más de dos horas, y disfrutando mucho. Y durante todo ese tiempo, no pararon un momento de cocinar. Sin prisa, ni agobios, pero sin pausa. Cacerolas que van y vienen, cortar, sacar del horno, sartén… Continuo. Y las mismas personas que cocinan, entran y salen a llevarte los platos y explicarte. Encantadores todos ellos.
Una extraordinaria sorpresa este lugar. Y toda esta sorpresiva sorpresa y felicidad en el comer y beber fueronse a unos justificados 90 y pico EUR. A razón de 75 EUR el menú, 20 EUR el asunto de los vinos y lo demás fue el agua y el café cortado.
Volvería a comer allí ahora mismo. Y cogería el tren ahora mismo para ir y volver en el día y comer allí.
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Puesssss, lo tengo bien cerquita, y ya hace tiempo que le he dicho a mi chica que tenemos que ir a Tarragona, cuyo centro histórico no conoce y bien merece una visita…
P.D.: Recogido el guiño 🙂
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¡ Vaya si lo merece !
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