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Qué lugar tan majo. Divertido de verdad. Pero amos, que la cosa va de comer y sólo el entretenimiento no vale (¡no, no vale!).
Carta larguilla. Pero que larguilla. Me refugio, abrumado, en el menú.
Qué ricos callos, orientalizados, de aperitivo. Mi alergia a la ostra motiva algún cambio bien resuelto con una rica vieira que se come en tres pasos. Cosas chulas como el toro de atún a modo de tártaro con erizo y capuchina. Qué buena idea. El dim sum de sobrasada, atómico y, como en el parchís, os cuento esta y me comería 20. Bien el sushi, si no fuera por el arroz; flojea y deja cojo al buen tiro de lo que le suplementa. Original mochi de té matcha, ligero y que recuerda en textura exterior a una ortiguilla y curiosa conversión a coulant.
Tienen carta de vinos en los que encontrar cosas apetecibles. Una lástima el precio por copas.
Buen lugar y en el que se disfruta mucho. Con un par de empujoncillos pueden brillar.
El asunto fue de 47 EUR el menú, 6,5 EUR copa de Emrich-Schönleber Lenz ’15 , 5,5 EUR copa de Marlborough Sounds ’18 y 2,35 EUR el agüita fresquita.
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Joer, vaya carta de vinos para un oriental. Me lo apunto en la agenda.
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Y no se la hace nadie, que lo pregunté. Probando y probando han ido eligiendo.
Saludos,
Jose
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