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Otro de los clásicos de Santander. Vale como restaurante o como barra, conformando en este último caso una ruta de tapeo santanderina de lo más deliciosa: La barra de La Bombi – La Mulata – Marucho – Casa Silvio – La Flor de Tetuán.
Una noche que andábamos un tanto castigados de la comida, vinimos aquí a cenar en modo restaurante, para picar unas raciones, pero sentados y tranquilos.
Nos acomodaron de inicio en la sala del restaurante, de decoración cuestionable pero bien puesta. Hacía un calor de mil demonios (en Santander la verdad es que yo creo que no están preparados para el calor, tampoco les hace falta, pa dos días al año…) así que en cuanto quedó una mesa libre, viendo que pese a según decían tenían el aire acondicionado a tope yo estaba sudando, nos trasladaron muy amablemente a la terraza. Y cómo cambió el cuento.
En la terraza, muy bien puesta también, con mesas muy separadas y espaciosas, se estaba de lujo.
La carta es amplia, con referencias sobre todo cántabras marineras. Tomamos:
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Tomate con albahaca / Escabeche casero de bonito / Bocartes rebozados / Maganos plancha
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Una buena cenita, sí, una buena cenita: el tomate con albahaca, normalito (no conseguí tomar un tomate bueno de verdad en toda mi estancia en Cantabria); el escabeche casero de bonito, nos pareció en principio que llevaba demasiados ingredientes innecesarios, y aunque no llegaba al nivel dios del de Las Piscinas de Villacarriedo, al final resultó estar muy rico; los bocartes rebozados… éstos fueron los que le dieron brillo a la cena, porque estaban de morirse, frescura, jugosidad, mordida voluptuosa, y perfecto punto de fritura con excelente rebozado; y los maganos plancha, pues esperaba más la verdad, correctos simplemente, y no eran de guadañeta, qué pena, soy un poco friki yo de los maganos de guadañeta (pequeño calamar de la bahía pescado mediante un antigua arte a base de anzuelos desde barca de remos).
Buena carta de vinos de la que elegimos una godello de Valdeorras que me gusta mucho y con buena RCP, Louro 2019.
Servicio atentísimo, comandado sabiamente por la dueña, una señora rubia con mucho carácter y oficio.
Buena parroquia, para visitarla más veces, me quedé con ganas de barrearla.
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