Ubicación: C. del Repés, 3
Valencia (Valencia/València)
España
Código Postal: 46001
Teléfono: 611623111
Horario: Abre de miércoles a sábado en horario de comidas y cenas.
Menciones:
Tipo de cocina: De mercado
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Web: https://www.instagram.com/laterracitavalencia/?igshid=YmMyMTA2M2Y%3D
Precio estimado: 55,00€
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Ir a cenar a casa de un amigo. Ese es la sensación con la que uno sale de cenar en La Terracita, un diminuto restaurante de apenas tres mesas en las que un superdotado de la cocina, el inglés, Josh Straw, juega en casa y juega con el producto, la temporada y un cliente entregado a su juego. Y es que La Terracita no tiene carta, no tiene menú establecido y no tiene más norma que la confianza en este british de mente inquieta que aboga por la cocina mediterránea y el producto de mercado.
Cada mañana Josh pasa por el Mercado Central como quien va a comprar para su propia casa. Revisa el producto, hace sus escandallos mentalmente y cuadra un efímero menú que, como mucho, durará una semana aunque, advierte, es raro que toda la semana se mantenga el mismo menú, pues el mercado cambia y él no es más que un artesano de lo que le ofrecen los diferentes puestos.
Hacía tiempo que no comía una secuencia de platos sin dejar de hacer asociaciones, de ver ideas de otros restaurantes, de técnicas, modismos, tendencias. Todo lícito, pero… ay ese pero. La percepción de la libertad de Josh se traduce en su felicidad en cada plato y, por ende, en una sensación de plenitud del cliente.
Dejarse querer es la clave para disfrutar de un rodaballo jugoso a la plancha, de un mar y montaña de calamares rellenos de morcilla de Burgos, de unas gambas con un curry y leche de coco que te transporta a las colonias inglesas, de unas mollejas con setas que te devuelven a lo más castizo de la península. Así es la cocina de La Terracita, mediterránea en su concepto y sus productos pero ecléctica en el manejo de las técnicas y resultado final de cada plato.
Por cierto, tampoco hay carta de vinos, aquí se bebe blanco o tinto según el gusto del cocinero, sumiller y friegaplatos, como él mismo se autodenomina entre risas. Nuestra opción fue un albariño que ciertamente casó con toda la cena, todo un acierto.
¿Qué más decir? Que este rinconcito de El Carmen tiene magia, que la personalidad arrolladora de Josh Straw te hace sentir como un invitado a su casa, no como un cliente más y que el recuerdo de aquella primera velada sigue grabado en mi mente, tanto que he vuelto a disfrutar y saborear aquel recuerdo mientras volvía a relatar lo bien que lo pasamos aquella noche.
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Juer, aunque con muchísimas diferencias, pero hay un nosequé en la atmósfera de tu reseña que me trasporta a Joaquim Schmidt…
P.D.: Este es el que decía que me querías llevar? Si la respuesta es afirmativa ¡pa luego es tarde! 😉
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Hay un algo con Joaquim por el tema de comer en casa de una amigo. En cuanto a cocina, nada que ver, pero respecto al encanto, el mismo.
Este es el que quería ir contigo.
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