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Para los supervivientes del festival de mediodía en el restaurante Zárate, nuestros anfitriones en Bilbao decidieron llevarnos a cenar a este restaurante que se sitúan en la zona del casco viejo. Salón con abundante iluminación y un estilo decorativo un tanto recargado pero que resulta confortable y agradable: paredes con revestimiento cerámico, altas columnas, molduras de escayola… En la parte de arriba hay otros salones más íntimos que esa noche no se ocuparon pero que el equipo del restaurante tuvo la consideración de enseñarnos.
Cena informal en plan picoteo para cuatro comensales lo cual supone un número ideal para compartir las raciones. La carta se fundamenta justamente en eso: raciones pensadas en su mayoría para ser compartidas al centro de la mesa, aunque también hay algunas propuestas de carne y pescado que pueden ser para un único comensal. Nuestra comanda se compuso de:
Aperitivos (cortesía de la casa): grillos y buñuelos de bacalao.
Ensaladilla rusa con mahonesa de huevo frito.
Empanada de anchoas del Cantábrico al momento.
Sándwich del “eFe” (y sus salsas de fórmula secreta).
Gambas blancas de Huelva a la plancha.
Champiñones en tempura con mayonesa de trufa.
Merluza frita con pimientos asados.
Mollejas picantonas de cordero.
Kill the cheese cake.
Cocina muy bien ejecutada, sin excesivas complicaciones, ideal para quedadas informales pero para gente a la que le guste comer rico. Bien los buñuelos, la ensaladilla, la empanada y el sándwich. ¿Las gambas a la plancha? Correctas. Mención especial para los champiñones y la merluza. Se nota que hay buena mano en los rebozados y frituras. Un tanto decepcionantes las mollejas (que justamente fue el plato que yo rogué que pidiésemos). Quizás demasiados ingredientes en el plato que enmascararon un tanto su sabor.
Tomamos unas cañas al sentarnos, una botella de Andre Clouet Blanc de Noir (Champagne) y otra de Benjamin Leroux Bourgogne servidos a temperatura óptima. Un cierre magnífico para un fin de semana memorable.
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Grandes, incombustibles, esos legendarios restauranteros.
Por qué lo de “Kill the cheese cake?
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Pues supongo por la presentación que era muy poco convencional. No pregunté.
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Juer, parece una dentadura rollo Halloween
XXD
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