Ubicación: Calle el Convento
Garaballa (Cuenca)
España
Código Postal: 16312
Teléfono: 969141253
Horario: Abre todos los días de la semana
Menciones:
Tipo de cocina: Manchega y Tradicional
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Web: https://www.monasteriodetejeda.com/restaurante.html
Precio estimado: 25,00€
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Garaballa es una pequeña población de la Serranía Media-Baja de Cuenca cuyo principal aliciente turístico es la visita al monasterio de la Virgen de Tejeda, que además de albergar una hospedería, guarda para el visitante un coqueto restaurante centrado en la gastronomía de la zona. La entrada al restaurante se hace a través del monasterio, lo que te hace impregnarte de la atmósfera monacal, como lo hace el sobrio comedor, que sin embargo no carece de encanto, todo lo contrario, ayuda a entrar en el juego de estar cenando en el antiguo santuario.
“Experiencia tejedana” reza su carta que, además, divide sus platos en “al alba con los maitines” (entrantes), “la huerta de los monjes” (ensaladas), “del mar al monasterio” (pescados), “arroces monacales” y “combinado trinitario” (platos combinados). Aquí los platos son generosos y hay que ir con tiento y mesura. Estamos en Cuenca y aquí la comida es sagrada, no ha lugar a filigranas que se reservan para otros menesteres. Aquí se come de forma contundente, sobriedad en el producto pero contundencia en los sabores y las raciones. Y, por supuesto, todo casero.
Ensaladilla rusa: porque la veo y no puede evitar pedirla. Rica, bien hecha, nada de verduras congeladas y con el toque de encurtidos que tanto me gusta.
Atascaburras: o ajoarriero según la zona. Uno de esos platos imperdibles por estos lares. De nuevo, ración generosa y perfecta ligazón del bacalao y la patata con le huevo.
Croquetón de Moya: y ojo que aquí no hay trampa. Las croquetas deben equivaler a cuatro de las ordinarias y se elaboran de jamón y de puerros con gambas, por supuesto comimos de las dos.
Ensalada de queso de cabra y frutos secos: por aquello de poner algo de verde en la mesa, pero sin pena ni gloria.
Pulpo: excelente la pata de pulpo que sale sobre un lecho de atascaburras (¿por qué hacer un puré cuando tienes atascaburras?). Perfecta cocción del cefalópodo y el punto tostado de la plancha que me gusta.
Fritura de pescado: de nuevo plato contundente que casi no pudimos acabar, aunque tenía el típico rebozado ligero y avinagrado andaluz que le daba frescura.
En resumidas cuentas, comida de verdad con un servicio encantador y siempre atento que te orienta (esto es, te frena cuando te pasas al pedir) y te atiende con una amabilidad y cercanía que te hacen sentir como en casa.
La carta de vinos necesita una revisión, pero también es cierto que estos lugares suelen tener este problema, pues al final no existe suficiente rotación como para meterse en camisa de once varas. Aún así ofrece algunos vinos interesantes de la zona, sobre todo tintos, y algún albariño que nos salvó la jornada.
A este restaurante acudimos tres o cuatro veces al año y siempre nos quedamos con la sensación de que venimos poco, siempre eclipsado por nuestra querida Tasca Garrido.
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Jeje, me ha molado lo del pulpo sobre el atascaburras, los manchegos son acojonantes 🙂
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¿Por qué no? XD
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No, no, si no me tienes que convencer, lo compro, lo compro
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