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El restaurante Noray de Jávea se encuentra en primerísima linea de mar, lo que ya es todo un aliciente. En la planta superior, la sensación es de estar dentro del mar, unas vistas espectaculares y esa brisa marina que huele y te predispone a disfrutar.
Pero no solo el entorno es de primera. Empezaremos por el servicio, a cargo de Natalia, la diligente sumiller y jefa de sala que te acoge como si fueras a su casa a comer, educada, profesional y siempre atenta a los clientes, nos colmó con su atención y su buen hacer en la sala. Da gusto encontrar un servicio así y, aunque todo son prejuicios, qué difícil es encontrar esto en un restaurante en la playa donde se trabaja por castigo y con muchos turistas a lo que, parece, no haya que cuidar demasiado.
La cocina de Noray es sencilla, directa, mediterránea y con los alardes de técnica justos. Aquí hay brasa, hay pescado y marisco, presentaciones algo demodé pero siempre buscando el plato honesto, con sabor y sin máscaras. Y para muestra, paso a contar el menú:
– Ostra rizada gallega, con su limón, su hielo y sin florituras. Ostras de buena calibre y calidad que, junto al mar, siempre saben mejor.
– Alcachofas a la brasa y salsa romescu. Empieza la brasa a salir a escena con unas alcachofas perfectamente cocinadas, con una base de romescu (a mí incluso me sobraba por lo que me gustan las alcachofas) y sobre las que se ralla parmesano.
– Berenjenas chinas a la brasa con miel, sin más. ¡Y cómo lo disfruté! Y es que la berenjena, cuando está en su punto, es un manjar de esos que no tenemos en mente como tal.
– Foie gras, membrillo y pan casero de pasas. Todo hecho en el restaurante, algo que parece una obviedad, pero que no lo es tanto. Micuit de foie con una centro de membrillo y un pan tostado que elabora Pedro, el cocinero, segunda pata fundamental de Noray.
– Corvina a la brasa y verduritas de temporada, presentación clásica y una corvina que no quedó del todo jugosa, pero que el sabor de la brasa la realza.
– Picaña a la brasa con velo de panceta ibérica y patatas con salsa holandesa, y de nuevo la brasa como protagonista de la cocina, con un plato de presentación a revisar, al igual que el punto de la carne, pero de buena sabor.
– Coulant de chocolate y helado de vainilla, sí, aún estamos con el coulant a cuestas, o será que se queda para siempre. No soy mucho de postres y la verdad es que podría habérmelo ahorrado, pero en la mesa todos celebraron el plato.
El servicio del vino fue excelente, aunque los vinos los llevamos nosotros, por lo que no puedo opinar sobre las referencias de la carta pero, viendo como trabaja Natalia, me pondría en manos de ella sin lugar a dudas.
Conozco bien los restaurantes de Jávea pero no conocía Noray. Me lo recomendaron hace relativamente poco y la verdad es que bien merece la pena, de hecho, creo que repetiremos en nuestra próxima visita, sobre todo, por lo bien tratados que nos sentimos en todo momento. Gracias Natalia y Pedro.
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