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Tatema se encuentra en el corazón de Lavapiés, a dos pasos de la estación de metro, frente a un lateral del Teatro Valle-Inclán.
Vamos a empezar esta reseña directos a la yugular, sin preámbulos ni contemplaciones: de todos los “nuevos” asadores que he estado últimamente, que son varios, es el que más me ha “llegado” de largo, Tatema es puro rock & roll en las brasas.
Sí, no tiene el glamour de Roostiq, sí, no tiene el padrinazgo de Leña, ni la finura de ambos, ni la filosofía, ni tampoco la puesta en escena, ni algún plato icónico, ni mucho menos el entorno, pero amigo… ¡qué pegada, qué punch, qué voluptuosidad! ¡uahhhh!
Aquí, en el humilde Lavapiés, no en Chueca, no en Castellana, no, en Lavapiés… en un humilde local de aire rústico modernote, está el para mí rey de los llamados “nuevos asadores madrileños”. Y mira que me gustó Roostiq, y, aunque menos, también Leña, pero… ¡Tatema es el puto amo!
Su nombre ya nos indica cositas, porque proviene de “tatemar”, una técnica tradicional mexicana (náhuatl, concretamente) de cocina consistente en asar hasta el extremo un alimento al fuego, bien directamente, bien sobre un “comal” (plancha ancestral).
Tomamos, todo al centro:
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• Ensalada de zanahorias asadas, baba-ganoush y cacahuete tostado
• Endivia tatemada, anchoa, lámina de panceta ibérica, alcaparra frita, almendra, savia y jalapeño
• Coliflor en tres texturas (tatemada, encurtida, puré) acompañada de secreto de cerdo ibérico y alga nori
• Pollo negro, radicchio, aguacate y salsa de remolacha encurtida
• Ssäm de cerdo con salsa tonkatsu
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Buahh, txiko, qué placer, qué manera de disfrutar, y eso que estaba con dos amigos enfrascados en una interesante conversación que me despistaba del recreo organoléptico, tengo que ir un día yo solito para concentrarme y alcanzar el éxtasis gastronómico.
Pese al nombre, y aunque la técnica de braseado como comentábamos es mexicana, los ingredientes y fusión de los mismos es internacional, una especie de street food a las brasas, con aportes europeos, centro y sudamericanos, asiáticos, africanos… de todo, pero amigo, todo rock & roll como decíamos. Encuentras ahí un juego de texturas, ahumados, encurtidos, especias y salsas exóticas, que alucinas pepinillos.
Los protagonistas de cada pase están en un punto de brasa soberbio, muy marcada ésta, con unas texturas maravillosas: la carnosidad salvaje de la zanahoria (¡qué platazo se han marcado con una zanahoria!), la crujiente frescura de la endivia, la parte sólida del plato de coliflor con esta casi quemada, el pollo negro jugoso y muy rustido, y el ssäm de cerdo… pecaminoso.
Las raciones son muy generosas (con una de ssäm de cerdo por ejemplo puede cenar una familia numerosa), y puedes elegir en la mayoría de los pases 1/2 ración e incluso 1/3 de ración.
Tema bebidas, una gratísima sorpresa, ya que además de cervezas artesanas y cócteles, dispone de una amplia oferta de vinos por copas: 3 generosos, 1 espumoso, 6 blancos, 1 gris y 7 tintos, y de lo más interesante la selección, probamos varias cositas.
Servicio informal, amigable, rápido, lo esperado en un local de este perfil pero en modo agradable.
Volveré, ¡hombre que si volveré!
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