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En pleno barrio del Cabanyal encontramos esta bodega que data de 1927 y que ha sido reconvertida en taberna. La reforma está hecha con gusto y criterio, manteniendo alguna viga y otros elementos originales. Toneles, ladrillo rústico, azulejos y madera, muy molona y auténtica, se respira una atmósfera mediterránea, alegre, luminosa.
Tiene una barra guapa y unas cuantas mesitas en el interior, contando con una buena terraza.
Yo había estado en barra, esta vez tocaba sentados.
La carta es de tapeo, típica de taberna valenciana, pero actualizada, con alguna creación interesante y con nombres divertidos. Tomamos:
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-Coca de dacsa con anchoa
-Mullador de escalibada, tomate y capellanets
-Ensaladilla etrusca
-Vaya morro tiene la gamba
-Sepionet a lo brut
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No estuvo nada mal, pero me gustaron más mis anteriores experiencias en barra: la ensaladilla etrusca estaba riquísma, original rusa con variantes de vinagrillos y acompañada de una fritura muy crunch; buenísmo el sepionet a lo brut, con un punto como confitado y con la chispa del aceite de morcilla y el guirlache de cacahuetes; y me decepcionaron un poco el vaya morro tiene la gamba (no le veo mucho sentido a este plato, la gamba blanca encima del morro, ambos fritos, sin aportarse nada), la coca de dacsa (simple y sin gracia) y el mullador (me gusta mucho esta creación del sur de Valencia, pero en este caso lo vi un pelín sosete).
Yo no soy de almorzar, pero a los “almorzadores” valencianos, esta tasca seguro que les encanta, parece la mejor hora para visitarla, la del “esmorçaret”.
Carta de vinos suficiente, aunque esperaba algo más al tratarse de una antigua bodega.
Servicio amable y rápido, buena gente.
En definitiva, una correcta y agradable experiencia, a mi gusto mejor en barra que sentado, quiero decir que volveré, por supuesto, pero no para hacer toda la comida o cena ahí, sino para picar algo e ir a otra parte a continuar. La zona está muy interesante para hacer un recorrido de tapeo (Anyora, Casa Guillermo, Montaña…)
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Y que aún no he estado…
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