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Recién llegados a Sanxenxo, todavía reunimos fuerzas para desplazarnos hasta O Grove para visitar el pueblo (la tardía puesta de sol lo permite) y cenar algo de “picoteo” por allí. Nos habían hablado de A laxeira como una sencilla taberna donde se podía comer muy bien y no dejar una fortuna en el intento. En esa clasificación tan especial que compartimos muchos españoles no podríamos calificar el lugar como un BBB, pero sí perfectamente como un BB pues el entorno no tiene nada de bonito, realmente.
Local antiguo, algo descuidado. Cenamos en la terraza (mesas dispuestas sobre la propia calle) tras esperar unos quince minutos a que se vaciase alguna mesa. La rotación de clientes és rápida y continua. Los taburetes bajos y las mesas sin vestir no invitan a alargar mucho la sobremesa. No es un local que precisamente entre por la vista.
Carta con una docena de propuestas (raciones) que nos resultan atractivas. Pedimos cinco y, el que parece ser el propietario y única persona que atiende eficazmente las mesas, nos aconsejó retirar una. Acierto, pues el tamaño de las raciones es considerable o, al menos, así nos lo pareció en comparación con las de nuestra tierra de origen:
Zamburiñas: muchas y muy buenas.
Vieiras: servidas con una salsa que nos recordó al pisto. Lo que menos nos gustó, con diferencia.
Gambas a la plancha: Alistado de calibre pequeño, seguramente congeladas, pero perfectamente cocinadas y con el punto de sal adecuado: puro vicio.
Pulpo a feira: Delicioso. El mejor que probamos en Galícia. Tierno y estupendamente sazonado. Enorme ración a precio muy ajustado.
Tarta de galletas de la abuela: muy buena también.
La carta de vinos es ínfima, sin ningún interés para los enópatas. Nos conformamos con un albariño embotellado en Cambados sin referencia alguna que mostró buenas trazas, de vino comercializado. El servicio en general, como ya se ha comentado, muy rápido, eficaz y siempre con buen sentido del humor.
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Quién iba a decir que ibas a tomar en este bareto el mejor pulpo!
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