Bodega Cigaleña


Teléfono: 942213062
Ubicación: Calle Daoiz y Velarde, 19 39003
    Santander (Cantabria)
    España
Horario: Cierra martes y miércoles.
Menciones:
Tipo de cocina: Cántabra y De mercado
Web: http://www.cigalena.com/
Precio medio: 40.00€
Tapa, bebida, producto estrella: Diversidad de vinos inusuales y exclusivos

Valoración media :  
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5 estrellas de 3 valoraciones
Valoración 5 5
Relación calidad-precio 5 5
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12 comentarios sobre “Bodega Cigaleña

  • el 24/09/2020 a las 06:43
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    Santander tiene muchos alicientes gastronómicos, muchos must, uno de ellos, sin ningún género de dudas, y más si te gusta si te gusta el vino, es La Cigaleña. La Cigaleña de Andrés Conde, uno de los tipos que más saben de vinos, y uno de los más reputados y conocidos sumilleres patrios.

    El vino protagoniza del tal modo la experiencia de La Cigaleña que podríamos decir que fagocita la vivencia gastronómica, y es algo tremendamente injusto, porque aquí se come muy bien. Sencillo, producto (productazo), pero con excelentes puntos de cocción, sabias combinaciones y actualizaciones, y gran criterio.

    La Cigaleña se encuentra en pleno centro de Santander, en la animada zona que conforman varias calles entre Cañadío y Pombo. Es un local “vivido”, popular, siempre concurrido, a modo de bodega tradicional con las paredes e incluso los techos, forrados de botellas de vino de lo más singulares. A la entrada tienes la barra, y pasando esta y a la derecha, la zona de restaurante, bien diferenciados. Nos daba algún reparo ir a La Cigaleña por el tema de la pandemia, por eso de tratarse de un lugar concurrido y tal, pero lo cierto es que lo tienen perfectamente montado, con mesas muy separadas y bien acondicionadas, se está francamente a gusto. No recordaba yo por cierto lo bien vestidas que están las mesas, cómo cambia la percepción de ir en grupo, como siempre había ido hasta la fecha, en la sala grande, a ir en pareja, en la salita alargada, me gustó más esta vez.

    La carta se basa en productos de mercado y temporada, y en ciertos platos clásicos actualizados emblemáticos del establecimiento. Tomamos:

    —————
    Croquetas de la casa / Tartar de bonito del Cantábrico / Maganos de la Bahía encebollados / Tabla de quesos Km 1.000 / La tarta fea
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    Todo delicioso: excelentes croquetas, en Cantabria y Asturias siempre están buenas; sabroso, bien condimentado, y natural, el tartar de bonito; del mar al plato, rehogados con un poco de cebolla, para qué más, los maganos encebollados; y bien seleccionada, cómo no, la tabla de quesos, que él llama Km 1.000 porque huye de quesos locales, llevan años que no están finos dice, y se va a quesos ingleses, franceses y suizos, de corte por lo general potente; la tarta fea… además de no ser fea, qué rica estaba.

    ¿Y los vinos? Pues le dije claramente que nos sacara lo que le diera la real gana, que teniendo el lujo de que elija por ti Andrés Conde, no iba a elegir yo, que por copas por favor. Sin ningún problema me dijo, “voy siguiendo vuestro ritmo”. Y nos agasajó con esta secuencia:

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    Abel Mendoza Tempranillo blanco fermentado en barrica 2019 / Domaine de la Pinte Arbois Savagnin 2008 / Domaine L’Anglore Comeyre 2018 / Domaine de Saint Pierre Arbois Savagnin Autrement 2016 / Strohmeier Blanc d’Orange Nº1
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    Vaya vinazos, todos en formato magnum creo recordar. Empezó por un blanco riojano que era una pura caricia glicérica, continuó con un savagnin de Arbois que me recordó a las albarizas y ciertos atisbos de crianza oxidativa (erróneamente, según Andrés), prosiguió con un tinto de Pfifferling que es el tinto más divertido que he tomado en mi vida, zarzaparrilla, refresco de cola, grosellas, regaliz… Sin complejo alguno regresó al blanco, a otro jura, solo para hacerme ver y diferenciar la arcilla de la caliza y esos toques oxidativos, y finalizó para los postres con un apenas espumoso, pero espumoso natural austriaco absolutamente inusual y peculiar que me costó entender.

    El servicio, estupendo, capitaneado por el propio Andrés, que se multiplicaba en la sala y que, pese a que le requerían constantemente, compartió con nosotros largas charlas ilustrándonos con su sabiduría y con sus anécdotas, un auténtico placer. Tenía yo catalogado a Andrés Conde como un tipo asocial, y qué equivocado estaba, yo creo que cuando vas en grupo no está cómodo, pero en el tête à tête, es francamente agradable.

    Pues acabo como comenzaba: si vas a Santander, tienes muchos must, pero amigo, si te gusta el vino La Cigaleña es el number one. Y no es solo vino, ni mucho menos.

    Valoración 5
    Relación calidad-precio 5
    • el 26/09/2020 a las 08:20
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      Siempre que he pasado por Santander lo visito, e incluso una vez fui expresamente a una cata desde Valencia. Lo que hace Andrés Conde es digno de mención. Me ha hecho gracia ver la selección de vinos, es tan… La Cigaleña (a falta de un Ganevat) 😉

      ¡Me acabo de acordar de que una vez estuvimos juntos ahí! Hay que repetirlo.

  • el 21/08/2020 a las 06:49
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    Solo me faltaba este templo para completar la Santísima Trinidad en mi particular Peregrinación Gastronómica. Aunque en este caso, a lo que se viene aquí es a beber-beber, que diría Gabriel.

    Cuando hace unos meses le comenté a Pep Ferrer, que por fin iba a visitar La Cigaleña, y que ya tenía mesa, ya me aconsejó, “tú déjate llevar por Andrés”, y así que hice. Eso sí, hicieron falta tres indirectas hasta que Andrés Conde tomó el timón de los vinos.

    Como bien se ha dicho, aquí lo de comer pasa a un segundo plano, pero es imposible disfrutar de unos buenos vinos, si al menos el tema masticable no cumple, y desde luego que cumplió. Pedimos una serie de platos variaditos, con el fin de diese más juego líquido, siempre a compartir.

    No podían faltar croquetas y ensaladilla (que las niñas es lo que más disfrutan), sencillez y buena ejecución.
    Mollejas encebolladas, que aunque las prefiero simplemente salteadas, también cumplieron.
    Un rico tartar de bonito.
    Pero el plato que más brilló fue sin duda el arroz de pintada de Bresse, dos raciones excelsas, que sabor, que textura y fuerza le daba el carnaroli que creo no lo había probado nunca fuera de un risotto, y cuanto me ha costado encontrar arroces en condiciones a lo largo de todo el viaje.

    Para acompañar todo esto, y antes de que Andrés diese un paso adelante, empezamos con un Abel Mendoza Viura, para pasar a continuación con un L’Anglore Comeyre (vaya cambio, ¿no?), y continuar con los de las fotos. Que disfrute de beber, comer y escuchar, así da gusto. Y a razón de 3,5€ la copa, lo que te cobran por ahí de un verdejo o albariño random, y que por cierto, me acabo de percatar que nos cobraron dos copas de menos.

    ¿134€ con lo comido y bebido por 4 personas?, venga hombre, como ya dije de Cofiño, ¿por qué no viviré más cerca o tendré más trabajo por la zona?…

    Valoración 5
    Relación calidad-precio 5
  • el 27/01/2019 a las 11:23
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    Andrés es una persona entrañable y con un conocimiento tremendo. Para mí está ya en un punto demasiado radical pero aún así tiene una bodega impresionante. Iría muy a menudo si estuviese cerca.

  • el 26/01/2019 a las 09:36
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    La Cigaleña es el templo enológico donde habita uno de los personajes del vino más interesantes y que más saben en este país, y posiblemente de los que más del mundo, Andrés Conde. ¿Quieres una conversación sobre vinos de horas de duración? No te preocupes, Andrés sabe mucho más de lo que puedas absorber en una sola visita.
    Y eso se traduce en una carta de vinos que muy pocos tienen en este país y un servicio esmerado del mismo.
    Se come bien en la la Cigaleña, aunque lo que busco siempre que voy es el tema enológico. Puedes picar algo e intentar pillar a Andrés para que te sorprenda con sus últimas adquisiciones francesas, dejarte llevar y disfrutar de los mejores vinos del mundo acompañada de una cocina de mercado, sencilla pero bien rica.

    Valoración 5
    Relación calidad-precio 4

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