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Si en cualquier guía gastronómica de Madrid buscas dónde comer setas, invariablemente saldrá El Cisne Azul. Y en la misma calle en la que está el restaurante, Calle de Gravina 27, está la Taberna del Cisne Azul, en el 19, alejándose más de Recoletos e internándose en Chueca.
La barra de La Taberna fue nuestro destino, se trata del típico bar de barrio, con su típica barra, las vitrinas expositoras típicas sobre la misma, la trasera con las típicas estanterías con típicas bebidas alcohólicas, la tele típica a toda pastilla… pero amigo… hay algo que no es típico en absoluto, y es su maravillosa oferta de setas silvestres, frescas, de temporada, evidentemente.
A por ellas íbamos, y como éramos un grupillo y andábamos de poteo, acordamos pedir nada más dos raciones, y entre la oferta de ese día (recogida en una pizarra a la entrada) elegimos los perrechicos y las setas de cardo.
Ahí, en la misma barra, tienen un fuego, y un cocinero asiático con una gran y honda sartén tipo wok, te saltea las setas. Los perrechicos los hizo en revuelto, y las setas de cardo, sobre huevo. Vaya puntazo el tío, cómo le tiene tomada la medida al tema. Excepcionales ambas, los perrechicos son de una de mis setas favoritas, y las setas de cardo silvestres, ni te cuento. Estas últimas están bastante denostadas porque la peña las asimila a la de cultivo, pero ojo cuidao, no confundirse, una buena seta de cardo silvestre es un manjar, tiene un alto valor gastronómico.
De bebercio, no recuerdo, un botella de algún albariño clásico, servido sin mimo alguno, pero bien fresquito.
Precio, elevado, pero amigo, en Madrid no regalan nada, y la seta silvestre fresca y de calidad, se paga en Madrid y en Pernambuco.
Volveré a esta taberna, y algún día incluso al restaurante.
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Para setas en Madrid, para mí, mucho mejor El Brote. Y con mejores precios. Y muchísma mejor carta de vinos.
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Tomo buena nota!!!
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