Para ofrecer las mejores experiencias, utilizamos tecnologías como las cookies para almacenar y/o acceder a la información del dispositivo. El consentimiento de estas tecnologías nos permitirá procesar datos como el comportamiento de navegación o las identificaciones únicas en este sitio. No consentir o retirar el consentimiento, puede afectar negativamente a ciertas características y funciones.
El almacenamiento o acceso técnico es estrictamente necesario para el propósito legítimo de permitir el uso de un servicio específico explícitamente solicitado por el abonado o usuario, o con el único propósito de llevar a cabo la transmisión de una comunicación a través de una red de comunicaciones electrónicas.
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para la finalidad legítima de almacenar preferencias no solicitadas por el abonado o usuario.
El almacenamiento o acceso técnico que es utilizado exclusivamente con fines estadísticos.
El almacenamiento o acceso técnico que se utiliza exclusivamente con fines estadísticos anónimos. Sin un requerimiento, el cumplimiento voluntario por parte de tu proveedor de servicios de Internet, o los registros adicionales de un tercero, la información almacenada o recuperada sólo para este propósito no se puede utilizar para identificarte.
El almacenamiento o acceso técnico es necesario para crear perfiles de usuario para enviar publicidad, o para rastrear al usuario en una web o en varias web con fines de marketing similares.
La fábrica de hielo es un espacio multicultural donde se hacen exposiciones, conciertos, espectáculos, talleres y casi cualquier expresión artística que se os pueda ocurrir. Pero no deja de ser un garito en el que puedes comer, pues tiene una oferta muy similar a la de otros locales que sí definiríamos como restaurantes.
Esta antigua fábrica de hielo de la playa del Cabanyal se ha reconvertido un local de estilo industrial, con ese aspecto de los originales lofts, no de los modernos espacios abiertos blancos e impolutos, sino de los originales lofts donde se rediseñaban viejas zonas industriales, al estilo de Ricardo Bofill. El resultado es un espacio abierto de techos altos y paredes de ladrillo pintados con un buenrollismo, tal vez, demasiado evidente. Se cocina en un contenedor industrial, para no desentonar, y se sirve una cocina sencilla pero directa a la demanda actual: nachos, hamburguesas y algún sándwich con mayor o menor acierto.
Si se sabe a lo que se va, no defrauda y, en la tesitura de estar paseando por la zona o en la playa, no desmerece, siendo lo que es y por muy buen rollo que se quiera vender. Resta a toda esta parafernalia distendida y cercana un segurata que te hace las veces de mesero y te indica si tienes mesa o no, dándote una bienvenida fría y distante a la vez que te cierra el paso. Tampoco se puede hablar con los camareros, todo se pide haciendo click en el QR que hay en tu mesa y vía web, nada de lo que les digas a los simpáticos (pero robóticos) camareros servirá de nada. Llegan con tus platos, sacan el datáfono, bailotean mientras se procesa el pago y adiós muy buenas.
Mi propuesta es que vayas directo a por el sándwich de pulled pork y pidas la salsa de chipotle que, sin picar lo más mínimo, le da algo de punch al pulled (sí, todo lo malo se pega y he acabado hablando cool). Los nachos pueden ser una opción para el centro, no están nada mal.
Y para beber refrescos, cervezas o un tinto de verano, usted elige las armas, yo ya he propuesto el campo de batalla.
You need to login in order to like this post: click here