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Típica tasca de barrio que ahora, parece, se ha hecho famosa, pues somos varios los guiris que vamos un sábado a comer. También público local.
Parecer ser un sitio donde la gente va de diario a comer pescados modestos y los fines de semana a disfrutar de marisco.
Nos tiramos por el pescado: jureliños fritos y un espectacularmente cocinado mero a la parrilla. De beber nos ofrecen un Douro blanco (que resultó ser un vino de Dao), que se deja beber. Tienen tres o cuatro opciones más y vino en bag-in-box.
Parece un sitio entrañable, con su barra de metal, el que parece el matrimonio que lo abrió, ya mayor, vigilando, controlando y ayudando y un montón (sobre todo por lo pequeño que es) de camareros y cocineros que atienden amigablemente, pese a la (leve, que es Portugal, no Hungría) barrera idiomática.
Situado fuera del meollo del centro lisboeta, que sigue tan espectacularmente encantador como siempre, pero mucho más saturado de gente que la primera vez que fui, hace ya 31 años, quantos anos temos!! Aun así no me cansa la ciudad, y ya es la cuarta visita que le hago y espero, pese a la gentrificación, que no sea la última. Pero aun así pintoresco, con su tranvía pasando por la puerta.
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Juer vaya “turné” que te estás pegando por el oeste peninsular!!!
Y/ qué sitios más chulos has colgado! Me ha atraído especialmente Tati, por todo lo que comentas en la reseña y por la atmósfera que se desprende de la foto.
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Bueno, la tourné acabó, por desgracia, el pasado domingo. La de hoy ha sido la última entrega que quedaba por entregar a la redacción.
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