Teléfono: 644465751
Ubicación: C/ Inocencio Jiménez, 3 50001
Zaragoza (Zaragoza)
España
Horario: Cierra domingos y lunes
Menciones: Concurso de Croquetas de Zaragoza y Provincia 2024 - Finalista mejor croqueta innovadora (“De txangurro a nuestro estilo”)
Tipo de cocina: De mercado
Web:
Precio medio: 45.00€
Tapa, bebida, producto estrella: Chuleta de vaca madurada
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Mucho tiempo sin encontrarnos The Pocha Club con Kitty & family… Normal, nos separa ni más ni menos que un océano. Durante ese tiempo habían sucedido cosas tristes, tristísimas, y dolorosas, dolorosísimas. Ya ha pasado un año de ello, las heridas van cicatrizando ahora ya, por fin, a pasos agigantados, no queda otra, y hoy se trataba de celebrar, de juntarnos y recordar, pero recordar con una sonrisa. Además, de algún modo nuestro queridísimo amigo Fran estaba presente en la cena, reencarnado en su hijo Andresón, ¡qué impresión, qué parecido físico y gestual! Y así fue, recordamos ya no con sonrisas, sino con carcajadas… ¡qué bien lo pasamos!
Para tan deseado encuentro se eligió Sal Gorda Taberna, un lugar que también provocó muchos recuerdos, dado que antiguamente ese espacio lo ocupaba el mítico Tabernillas… ¿qué zaragozano de más de taitantos años no ha tomado en alguna ocasión ese legendario “taco picante” de Tabernillas?
Se encuentra en el más puro centro de Zaragoza, junto a Santa Engracia, en ese encantador callejón que casi comunica con ese otro inolvidable callejón donde corrimos juntos tantas… vamos a decir andanzas, Moneva.
El callejón peatonal, tranquilo, señorial, umbrío y fresco siempre, alberga ahora también una discreta y alargada terraza, la de Sal Gorda Taberna.
Se trata de una taberna de reciente apertura, o mejor “alta taberna”, como denominábamos por aquí antes a este tipo de tabernas cuidadas y bien dotadas, con servicio esmerado y buen producto. Incluso, ya no sé si esto llevaba alguna connotación de la época, pero se les conocía con un adjetivo más: “altas tabernas nacionales”. La han reformado con gusto y criterio dejándola muy guapa, fresca, moderna y versátil, con, además de la comentada terraza, su buena barra, su desenfadada punto sofisticada sala, y un encantador reservado rústico abajo, que fue donde nos ubicaron. Se estaba de miedo allá, pudiendo elegir tu música y regular el aire a tu antojo.
Aunque corta, su carta, en la que casi hay más sugerencias del día que referencias fijas (lo que supone una clara evidencia de su vocación de cocina de mercado) es variada y se centra en el producto de calidad.
Su santo y seña es la carne, no en vano Sal Gorda Taberna es propiedad de David Gómez, un joven chef que con este negocio cumple un sueño, ya que desde niño creció rodeado de productos cárnicos, pues su familia era propietaria de Cárnicas Carlos Gómez.
Aunque éramos 8, como somos bien avenidos, nos pusimos rápido de acuerdo, optando por esa fórmula que nunca falla en grupos, el picoteo, el pica-pica, el “todo al centro”, el “vivirescompartir”, quedando así la cosa:
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• Piparras fritas
• Ensalada de tomate y burrata
• Tartar de trucha del Pirineo
• Berenjena asada con rulo de cabra
• Canelones de txangurro con crema de gamba roja
• Canelón casero de longaniza trufada
• Steak tartar de vaca gallega
• Chuleta de vaca madurada
• Nuestra maceta de tiramisú
• Natillas de chocolate blanco y helado de caramelo salado
• Tarta Velvet
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Pues tan ricamente oyes Patxi, salimos todos encantados, con la sensación de haber cenado muy bien, cumpliéndose las ideas apriorísticas de excelente producto bien tratado. Y además superó expectativas en cuanto a la originalidad que mostraron en varios platos.
Fue un grato desfile de meritorios pases, estupendamente guarnicionados y bien presentados.
Yo destacaría, por su originalidad y el guiño a la tierrica, dos de ellos: el “Tartar de trucha del Pirineo”, juer, es que supera al de salmón, me pareció una carne más magra y sabrosa, y aliñada de 10; y el “Canelón casero de longaniza trufada”, uahhh, mato por la longaniza aragonesa y si ya va con un trufado no invasivo y una bechamel de manual… top.
Capítulo aparte merece la carne. Ojo al dato: carne cruce de vaca gallega y de wagyu español (el de Finca Santa Rosalía de Burgos), con una maduración de 65 días. Una carne extraordinaria, con esa delicada textura que le proporciona la grasa infiltrada tan típica de la raza waygu y ese saboraco gallego, potenciado por esa maduración (yo entendí que era más, menos mal que son 65 días y no aparecen aún esos histriónicos sabores/aromas fermentativos, metálicos, sanguíneos de queso azul… qué va, una maduración óptima).
Aviso a navegantes: si te apetece probarla sin sentarte a cenar, puedes pedirte en barra un pintxo de chuleta, algo que voy a hacer yo más rápido que deprisa en cuantito vuelva a Zaragoza.
Tema vinos, bien, carta de correcta longitud en la que eché de menos más referencias aragonesas. No vi ninguna buena garnacha a tiro de las que no haya que pedir una hipoteca, así que elegimos ese infalible tinto para todos los públicos de nombre Prados Syrah 2022, de Bodegas Pagos del Moncayo (D.O. Campo de Borja), servido a adecuada temperatura y en convenientes copas.
El servicio, prestado por un único camarero que subía y bajaba del reservado al restaurante una y otra vez infatigablemente, muy bien, un tipo despierto, alegre y desenvuelto, con ramalazo canalla y vacilón, de nombre Marc. Se nos ganó a todos Marc.
Oye, pues o a la terraza, o a la barra, o a la sala, o al reservado, o a las cuatro cosas… pero volveré. Ya te digo yo que sí. Y con singular alegría.
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