Ya de niña, regentaba con mi hermana una carnicería con chorizos y morcillas de plastilina. Solo tenía dos colores, verde y azul.No resultaba sencillo ser un perro verde. Hacía un cucurucho con un folio y echaba dentro la demanda, mientras voceaba para animar a otras clientas. También despachaba sardinas cuando nadie vigilaba las pinzas de tender.
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