Ahora que amanece, que llevo un batín borgoña, que la última resaca (trescientas sesenta y cinco al año) solo es un charco frío en la garganta que hace no tanto reflejaba palabras bailando desde el naranja hasta el ocre, desde esta hora que blinda en la fachada la pequeña posición del día que olvidaremos; donde cabe la belleza, el silencio, donde arrepentirse es no haber entendido nada, hasta otra mañana en este mismo en punto del reloj.
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